Vivir sin fronteras
Estimado director:
Estamos en una época en la que la pandemia de covid-19 ha inmovilizado todo el mundo y que ha contribuido a cambiar nuestras rutinas cotidianas, obligándonos a encerrarnos en nuestras casas y a estar lejos de nuestros seres queridos. Sin embargo, hay un fenómeno que no ha logrado detenerse: la migración.
Hoy en día, en efecto, son muchísimos los migrantes que huyen de la guerra, de la extrema pobreza, de la criminalidad que domina su país natal. Son personas que siguen enfrentándose a muchos peligros para alcanzar un futuro mejor y que, si logran llegar al país de destino, tienen que afrontar otros obstáculos más grandes: la xenofobia y la discriminación racial.
Nos encontramos en un momento histórico en el que la mayoría de los países sufre los efectos de la crisis económica agudizada por la emergencia sanitaria, junto con la desesperación por la falta de trabajo y los límites de una política incapaz de dar respuestas. La misma política que, muchas veces, fomenta la radicalización de una forma mentis basada en prejuicios, como el "problema de los extranjeros", considerados criminales o gente que viene a "robarnos" nuestro trabajo. En pocas palabras, una política fundada en el odio, que se aprovecha del miedo a lo desconocido y que construye la imagen de un enemigo responsable de muchos problemas, identificándolo con "el otro", el "distinto". Una situación alimentada también por la falta de información de algunas personas que lo aceptan todo sin pensar con su propia cabeza y que acaban creyendo en los lugares comunes.
Construir muros o vallas no representa la solución al problema, sino que lo empeora. En cambio, lo que en realidad necesitamos es una educación en valores que promulgue una actitud de comprensión hacia el "otro", porque solo de esta manera podremos destruir todos los estereotipos vigentes, dejando de tenerle miedo a lo desconocido, y vivir todos juntos con nuestras historias, culturas y tradiciones, aprendiendo el uno del otro.
Esta pandemia nos ha enseñado algo: nos ha recordado la voluntad de combatir y vivir. Así que pongámonos en su lugar y ayudemos a estas personas a luchar por sus sueños y sus derechos, porque todos nos merecemos una vida respetable y más digna.
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