El proyecto de ley Trans, la razón y el bien común
Ha aparecido en medios de comunicación el proyecto de ley Trans preparado por el Ministerio de Igual-da que encabeza la líder ¿? podemita Montero, al que he tenido oportunidad de acceder. Me entra la duda ahora acerca de si no será mucho suponer que los proyectos de ley, esto es, iniciativas legislativas del Gobierno, apoyándose en la razón, buscan el bien común.
En el proyecto, que toma como punto de partida la ideología de género, profundiza en una de sus versiones radicales, la "queer", que pretende regular la construcción de una nueva humanidad ignorando el hecho biológico del sexo (realmente el género humano tiene dos sexos, masculino y femenino), afirma la existencia de un género construido individualmente a partir de los propios sentimientos y deseos, da lugar a toda una combinación de "estados emocionales" variables, que permiten al individuo elegir en cada momento y lugar su propia condición, en función de aquellos. De esta forma, según la proyectada norma, bastaría una simple declaración verbal ante el Registro Civil correspondiente para pasar de ser Juan a Juana, o Juane, o lo que se desee hacer constar como propio puesto que el sexo es "fluido", provocando como efecto ex lege, la necesidad de ser respetada por los demás y la sociedad en general, la opción elegida por el declarante (aunque sea igualmente sencillo el cambio de elección, que, a su vez, conllevaría el "nuevo" reconocimiento pleno). Por cierto, de esta manera no solamente se elimina la existencia de la denominada "disforia de género" sino que cava la fosa del feminismo al dejar de existir la mujer como sujeto de discriminación.
Tengo para mí que, aunque el Congreso de los Diputados y el Senado llegasen a aprobar tal dislate, la realidad es la que es, y el hombre no puede cambiarla sin sufrir una esquizofrenia que merme su capacidad de raciocinio y le limite en el ejercicio de sus derechos fundamentales hasta la recuperación de la razón para decidir y andar en verdad -como diría Santa Teresa de Jesús-. Pero, aparte del planteamiento general, desearía citar dos temas que el proyecto plantea: el primero, la posibilidad de los menores de 12 años de iniciar tratamientos hormonales sin autorización de sus padres, y el segundo, la facultad de los menores de 14 de someterse a tratamientos (quirúrgicos) irreversibles de cambio de sexo no solo sin la autorización de sus padres sino incluso con su oposición. Y, sobre estos dos puntos, dejo a los lectores la argumentación para combatir tal iniquidad.
¿De verdad se puede pensar que tal propuesta legislativa es de razón y busca el bien común?
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