Proyecto de ley

12 de Febrero del 2021 - Antón Corostola (Avilés)

Está en proyecto, y seguro se aprobará en las Cortes, una ley que penará como delito todo aquello que “suene” a apología del franquismo, aunque se trate solo de enumerar algunos de los aciertos del régimen, que, por algo será, aún perduran.

Como soy un jubilado, mis ingresos solo dependen de eso y tengo 85 años, cualquier pena que me apliquen, si oso incumplir la ley, me será muy penoso, disculpando la redundancia: si es multa, malo; si es cárcel, aún peor. Por eso me afano en adelantarme. Como de apología de la corta República del Frente Popular el legislador no dice nada, lo haré yo.

Para mi familia y muchas más fue una “bendición” la llegada de los “nacionales”, pues evitó que miembros muy queridos fueran objeto de las sacas nocturnas protagonizadas por los “luchadores por la libertad”, léase asesinos, con destino a Peñas, el Palomo, o el Piles, y no iban de excursión, nunca volvieron.

Decir que muchos de los condenados por el franquismo eran luchadores por la libertad es falso: fueron víctimas, sí, pero primero fueron verdugos.

Creer que las familias que perdieron a sus deudos, alguna a todos los varones de su familia, como ocurrió en Miranda de Avilés, se conformarían, es entendible desde un punto de mira religioso católico, pero no desde la frágil voluntad humana que no es capaz de olvidar la venganza. Yo no lo apruebo, pero con eso no basta.

El régimen franquista nos llevó desde el final de la Guerra Civil, que no empezó Franco, la empezó el Frente Popular con el asesinato gubernamental de Calvo Sotelo, digo, nos llevó hasta la actual democracia, impensable en una dictadura de izquierdas, como la que están intentando implantar sutilmente desde el Gobierno, “la Princesa Leonor se va de España, como su abuelo”, Podemos dixit en boca de Rosa María Mateo.

Yo, hijo de un obrero del Puerto de San Juan, en Avilés, pude con Franco estudiar una carrera financiada por mis padres, financiar la de mi hermano y estudiar otra en Barcelona financiada con mi trabajo, habiendo nacido y crecido en el pequeño núcleo de San Juan “del lao de allá”, sin electricidad, agua corriente ni carretera.

La noche que murió Franco, yo dormía en un hotel de cinco estrellas de Barcelona, por razones de trabajo. Quince años antes era un estudiante, con dificultades económicas, hijo de un obrero, como había muchos.

Próximamente ¿será delito contar esto?

Lo ocurrido en los primeros años después del 39 se repite todos los días, en muchos casos con falsedades, pero lo ocurrido después del 36 con el Frente Popular ya nadie lo recuerda y para el gran público no ocurrió, habiendo sido terrible.

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