El drama de los trabajadores fronterizos que han perdido sus empleos por la pandemia
Mi propósito es el de promover una reflexión sobre el drama de los trabajadores transfronterizos después del estallido de la pandemia.
Como si no fuera suficiente tener una condición tan complicada, la COVID-19 lo ha empeorado todo: estas personas siguen sin trabajo y, encima, sin apoyo por parte del Estado, porque España sigue impidiendo el paso a todos aquellos que cada día llegan desde Marruecos a Ceuta o Melilla para trabajar.
En primer lugar, la mayoría de ellos no reciben ayuda, ni de su Estado ni del Estado en el que trabajaban. Ya no existen, para nadie. No solo no reciben su sueldo, sino que muchos de ellos, a pesar de tener muchos años de servicio, ya han perdido sus empleos, a causa de largos meses de ausencia del trabajo. Un drama del que en nuestro país, Italia, nunca se habla, solo estamos preocupados por no poder pasar las Navidades o cualquier otra fiesta con nuestros familiares que viven en otra región, en caso de haber restricciones sanitarias especiales o adoptarse medidas de contención para evitar los desplazamientos.
Además, a la discriminación de la ley española, que no les permite recibir subsidios por desempleo, se añade el desinterés del Gobierno central marroquí. ¿La consecuencia? La migración ilegal, por supuesto. Es verdad que hay empresas de Melilla que están enviando dinero a sus trabajadores en Marruecos, pero ¿hasta cuándo van a poder hacerlo? No hay nada reglado sobre este tema, así que los de ellos que tienen conciencia y posibilidades económicas están pagando –al mismo tiempo– seguros de paro a sus trabajadores en Marruecos y sueldos a los que les han reemplazado.
En conclusión, ya que todo el mundo sabe que el cierre de la frontera va a durar mucho tiempo, ¿no sería más conveniente, para ambos estados, tomar seriamente en cuenta los problemas de esta pobre gente y promulgar un decreto que dictamine de una vez sobre la materia (ya que desde hace meses se viene emitiendo uno a cada rato), en lugar de derrochar dinero y fuerzas para reforzar el control del cruce ilegal? Yo creo que sí, y no solo no sería tan complicado, sino que sería más económico: se ahorrarían dinero y, sobre todo, vidas humanas.
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