Real Oviedo: equipo y afición, juntos ¡Volveremos!
Querido Real Oviedo (incluyo entidad, entrenador y, por supuestísimo, su afición de Primera División), debemos ayudarnos al unísono, con el equipo luchando, dejándose la piel, las uñas de los pies dentro de sus botas, y nosotros, su enorme afición, arrimando el hombro. En estos difíciles momentos enviando desde donde veamos los partidos… energía positiva al no poder estar (desgraciadamente) presencialmente.
La Liga no nos sonríe. Yo opino, bajo mi humilde criterio, que el Real Oviedo posee un gafe grabado en la frente, un sello de mala potra. ¿Por qué siempre somos hermanitas de la Caridad con los equipos en descenso? Los árbitros nunca nos ayudan, al contrario, nos abrasan. En la penúltima jornada, ante el Albacete, sin ir más lejos, un penalti que el VAR revisó y anuló; si llega a ser otro equipo lo hubieran pitado a favor, seguro, pero jamás nos favorecen a pesar de la que nos arman y deben.
Antes del lunes a las 21 horas recomendaría a la plantilla que se acuerden y recuerden como un taladro en su cabeza las palabras claves de Cuco Ziganda: “Toco, corro y me voy”. Os pedimos que pongáis toda la carne en el asador, tengáis dentro de vuestros oídos nuestro precioso himno “con orgullo, valor y garra”…
Tenéis la suerte de pertenecer un histórico club, como es el Real Oviedo, en una ciudad de abolengo. ¿Cómo no vamos a pelear ahora? Corred, no os andéis por las ramas, que los centrales no cejen, que la defensa sea férrea cual bloque de hormigón, que los delanteros se cuelen con valentía buscando espacios y que tengan la suerte del remate y el balón entre, algo que también se nos pone en contra, esa maldita pelota que pega en el larguero o choca en el palo.
Estamos más que a tiempo de que nuestro equipo se coloque en la posición que se merece en la tabla. Tragamos polvo en Tercera. ¿Cómo no vamos a salir de esta? Empecemos con el Lugo, llevándonos esos tres puntos tan necesarios. Diría urgentes. Tenemos que valernos por nosotros mismos, ya que los de abajo apuran.
El segundo entrenador, Bingen Arostegi, puso toda su sapiencia y su mejor intención en entrenamientos y césped, pero soy de las que cree que la ausencia de Ziganda (por el puñetero covid) nos pasó factura. ¡Qué buena noticia que ya esté en El Requexón entrenando y que pueda gritarles y chillarles en el Tartiere el lunes! La plantilla necesita físicamente a su entrenador.
Por Dios, nos falléis, la afición estará con vosotros detrás de cada televisor. Sois individualmente muy buenos jugadores. Cada uno tiene su o sus prefes, pero hay plantilla y gran portero. Por ello, y todos a una: ¡Adelante, Oviedín! Mucha suerte y… ¿quién dijo miedo?
Con cariño e ilusión.
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