La Roja y otras cosillas
El Mundial de fútbol ya es historia. Veamos alguna cosilla que ha llamado nuestra atención, comenzando por eso de la Roja, que tiene un matiz político que no veas. Y es que en España -de Roja, nada, monada- todo está politizado, hasta el aire que respiramos. El rojo es el color favorito de uno, que por cierto algún problemilla me ocasionó en el pasado. Claro que eso de la Roja ha sido para contentar a esa comparsa/separatista, a la que hay que mimar y atraer como sea, incluso a costa de perjudicar a las demás comunidades, fieles a la unidad de España.
Y esos comparsas apátridas enseñaron bien la oreja en el evento futbolero. Citaremos, como botón de muestra, dos vengonzosos casos nada más. Aquellos energúmenos de ER, ante un televisor, vociferando y gritando «puta España». Que triunfó, majos así que ahora a tomaros una buena dosis de bicarbonato para eliminar vuestra bilis antiespañola. Otro que tal baila, y vamos con el segundo caso, el iluminado diputado Anasagasti, del PNV, el de los planchados pelos, que posó ante las cámaras con una bandera alemana, manifestando su bilioso deseo de que palmara España. Pues bien, para este ilustre separatista vasco, marchando otra de bicarbonato.
Lamentables ejemplos éstos, tomados al azar, a los que recomendamos, además del bicarbonato, ajo y agua. Extensivo todo ello a cuantos otros apátridas de medio pelo que desearon la derrota de España, imbuidos de ese enfermizo separatismo al que no puso freno nadie desde un principio. ¿Qué detiene ahora esta enorme bola de sediciosa nieve?
Veamos ahora cómo fue la Roja para la Casa Real. Sorprendente visita de la Reina, después del partido con Alemania, a los vestuarios de nuestros jugadores, a los que no pilló en pelota picada de casualidad. Bueno, Puyol, tapaba su culo y contraculo con una toalla. Hombre, una mujer, y menos una Reina, no debe hacer tal cosa. Luego, en la visita de la triunfante selección a la Zarzuela, allí el número fue alucinante. La Familia Real, casi en pleno, de rojo ellas -hasta las nietas del Rey, que cogieron la copa como si fuera una muñeca-, en una confraternización que nos pareció exagerada, desmedida y muy «amañada» por los regios inquilinos. De destacar es el efusivo abrazo y besazo en la mejilla que el Rey le largó al catalán Puyol. Todo fue muy exagerado y ficticio por parte de la Familia Real. Pero como dijera aquel gran paisano y minero que fue Amaro, de Boo, refiriéndose a conservar el puesto de trabajo en la mina, «hay que mirar por el puntu, compañeru, hay que conservalu como sea...». Pues eso, «Intelligenti pauca». Sí, a buen entendedor, pocas palabras.
Johannesburgo, 11 de julio de 2010. Una fecha gloriosa para el fútbol español. España, y no la Roja, fue la que asombró ese día al mundo al vencer al gran equipo holandés. En los momentos difíciles que vivimos, de crisis, desmadre político y todo y todo lo demás, el deporte ha venido felizmente a unir al pueblo despertando en él sus valores patrios, tan olvidados por unos y postergados por otros. Y la bandera, la enseña nacional, mal que pese a follones y malandrines, es la que representa esos valores en el tiempo y en la historia.
Tiempo e historia que, mañana, dejará a gobernantes y gobernados en su sitio.
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