La detención de Hasél
El martes de Carnaval, tiene guasa la cosa, fue detenido en la Universidad de Lérida el rapero Pablo Rivadulla Duró, conocido artísticamente, lo de artísticamente es un decir, claro, como Pablo Hasél. Digo que la cosa tiene guasa no, por supuesto, porque este individuo haya sido detenido, sino porque en Carnaval las cosas más alucinantes son posibles: te puedes disfrazar de lagarterana o te puedes manifestar y/o recoger firmas de “intelectuales y artistas” en defensa de un delincuente. Es España los que defienden a los delincuentes, o los delincuentes mismos cuando se defienden ellos, siempre, siempre, siempre, comparan a los delincuentes que les gustan, o se comparan ellos, con otros delincuentes, eso exactamente es lo que hacía mucha gente en las redes sociales a raíz de la detención de este rapero y eso es lo que hizo Hasél también en el juicio. Pero ni “una perna tapa otra” como dirían los gallegos, ni que existan otros delincuentes y otros delitos sirve como coartada para los propios. Veamos algunos ejemplos de la libertad de expresión en el marco de la “expresión artística” que algunos despistados, por no decir descerebrados, manifiestan que se ha vulnerado, veamos algún fragmento de la letra de las encantadoras canciones raperas de Hasél: “Siempre hay algún indigente despierto con quien comentar que se debe matar a Aznar”, “¡Merece que explote el coche de Patxi López!”, “¡Que alguien clave un piolet en la cabeza a José Bono!”, “No me da pena tu tiro en la nuca, pepero” o “Mi hermano entra en la sede del PP gritando ¡gora ETA! A mí no me venden el cuento de quiénes son los malos, solo pienso en matarlos”. Este individuo, como es evidente, no ha sido condenado y detenido por el ejercicio democrático de la libertad de expresión, sino por enaltecimiento y apología del terrorismo, y la apología o enaltecimiento del terrorismo es un delito recogido en la inmensa mayoría de códigos penales del mundo. En España se regula como delito castigado con la pena de prisión de uno a dos años en el artículo 578 del Código Penal, pero es que en Francia y Alemania, países que supongo serán democráticos para los que apoyan a Hasél, este mismo delito se castiga con penas de privación de libertad que van de los cinco a los siete años. Este delincuente no ingresaría en prisión por una pena de nueve meses, pero es que ya acumula penas anteriores y todavía tiene pendientes dos causas por agresión. En el país del nunca jamás, del nunca jamás los malos pagan por todo lo malo que hacen, los que han perdido el norte y la perspectiva de la realidad trabajan en favor de la impunidad apoyándolos, qué importa que lance amenazas de muerte, qué importa que defienda a grupos terroristas como ETA y GRAPO, qué importa que él y los que lo apoyan hayan destrozado las instalaciones de la Universidad de Lérida (que pagarán el resto de sufridos españoles), qué importa que también sea un negacionista y no lleve mascarilla. España es un Estado de derecho y una democracia donde no se castiga a nadie por sus ideas, se le castiga por pasarse la ley por la entrepierna, por eso los independentistas catalanes están en la cárcel o han huido al extranjero, como ha hecho también el Rey emérito. ¿Vale?
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