Proteger y rentabilizar el rebaño
Los seres humanos aprendieron a convivir con el lobo hace decenas de miles de años, el lobo cazó con ellos, se hizo perro y luego cuidó de sus rebaños. Pero se trata precisamente de lo último: de cuidar la ganadería extensiva.
Ciertamente, ha de ser el Estado español el que a costa del erario público haga eficaz tal defensa de la ganadería extensiva. Pues mantener este bien histórico milenario y cuidarlo es una responsabilidad propia de los “poderes públicos”. Todo el mundo sabe que “artzaintza” en euskera es pastor, y también Policía vasca. Pues bien, de eso se trata, de exigir un pastor público al servicio específico de la protección de la ganadería extensiva (Seproge). Porque siendo un bien público e institución milenaria es de justicia protegerla. Y puesto que el ganadero, dada la inseguridad de rebaños y economías por las manadas de alimañas (sin alimañeros que las controlen), no puede encargarse de invertir privadamente en tecnologías de ciencia ficción capaces de rentabilizar el rebaño, deberá ser el Estado quien deba encargarse poniéndolas a disposición del Seproge. Hoy en día pueden diseñarse y desarrollarse medios como refugios robotizados capaces de congregar a los rebaños con sonidos o cantos al modo del “kulning” nórdico, y de disuadir a las alimañas disparándoles medidas realmente disuasorias. Entonces, el condicionamiento de Pavlov haría el resto con la conducta de las alimañas (si las medidas disuasorias son las que deben ser). Además, habría drones, robots... Toda una inversión pública para vigilar, detectar y mantener alejadas a las alimañas salvajes de la naturaleza doméstica de los seres humanos, y así poder rentabilizar sus rebaños. Debe hacerse ya, pues el simple olor de las alimañas puede estresar a las reses hasta la muerte, y luego las alimañas morderán y destriparán más que alimentarse para sobrevivir. Las reses, hoy por hoy, no tienen bomberos públicos que las salven como a los espectadores estresados por el olor a humo en un teatro. El lobo no debe alimentarse de un rebaño, o el oso destrozar un “cortín”, o el jabalí arrasar un sembrado; pues el lobo debería comer venado, el oso panales silvestres y el jabalí vivir en un bosque alejado, junto al lobo, al oso, y otra fauna salvaje.
Hemos de tener una visión holística de la ecología en la que se incluya al ser humano. Los ciudadanos de España seguro que gustan de leche, miel, quesos, cabrito asado, guiso lechal de “oveya xalda” y, cómo no, cachopo de ternera asturiana. Por tanto, el ciudadano puede exigir que existan y sean productos de calidad saludable y natural.
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