Divide y vencerás
Se ha desplegado una gran ofensiva para cargarse al Gobierno, una ofensiva que busca enfrentar al PSOE y a UP aprovechando sus discrepancias en algunos asuntos y el afán de protagonismo de unos y otros para sacar adelante, con su marca, algunas leyes. Esta ofensiva la protagonizan exactamente los mismos que ya estuvieron en la operación para cargarse a Pedro Sánchez como secretario general del PSOE para evitar un Gobierno de coalición con UP: algunos barones socialistas, Felipe González, una buena parte de los medios de información y los poderes fácticos, que son unos cuantos. Pero ahora la batuta no la lleva ninguno de ellos, ni Felipe González, que abrió entonces el fuego, ni Cebrián, ni los medios de comunicación ni siquiera los poderes fácticos, todos ellos se han convertido, de buen grado, en tontos útiles de la ultraderecha. La ultraderecha está envalentonada por los resultados que ha obtenido en Cataluña, que están muy lejos de los que ha obtenido, por ejemplo, el PSOE, pero que, como ese refresco en lata que anuncian en televisión que te pone el corazón a mil, te da alas. Algunos se tomaron a guasa al partido de Abascal e incluso coquetearon y colaboraron con él, y lo siguen haciendo. Craso error. El grave error se lo recordó el miércoles día 17 Pablo Iglesias a Pablo Casado en la sesión de control al Gobierno. La ultraderecha en España era mucho más importante y mucho más numerosa de lo que la gente pensaba, porque los franquistas y sus herederos políticos ni de coña habían desaparecido tras la muerte de Franco, votaban al PP, porque Falange Española y de las JONS no tenía ninguna posibilidad, pero decían que Rajoy era socialdemócrata, entre cosas muchísimo más fuertes, y antidemocráticas, que decían en la intimidad. Ahora tienen a Vox y lo votan, y más que lo van a votar si nadie hace nada al respecto. Santiago Abascal y los suyos prepararon la primera opa hostil a Pablo Casado y al PP en la moción de censura contra Pedro Sánchez, la cosa no salió como ellos esperaban, pues Casado hizo un discurso democrático, seguramente el discurso que será recordado en el futuro como el mejor de su carrera política, que dejó fuera de juego y muy afectados anímicamente a los ultraderechistas. Pero Vox ha presentado la segunda opa hostil al PP, y también a Ciudadanos, en Cataluña y está vez la ha ganado. Ahora, animados por el éxito en los comicios catalanes y por el sorpasso que le han dado a la derecha democrática, ya han presentado la tercera opa hostil: Abascal ya ha dicho que lo mismo que han conseguido en Cataluña esperan conseguirlo en toda España. Pero laminar a la derecha democrática es una cosa y hacerse con el poder es otra. La ultraderecha solo puede alcanzar el poder en España, ese poder al que aspira, dando un golpe de Estado, como hizo en el pasado, intentó el 23 de febrero de 1981, exigió Abascal en la moción de censura, un Gobierno de “salvación nacional” al margen de las urnas y de la mayoría parlamentaria, o dividiendo y enfrentando a la izquierda, ¿lo vamos cogiendo? Así que no debe extrañar ver al león dando consejos a la cabra para que vaya a pacer a su vera en el seguro valle en vez de aventurarse por los peligrosos riscos, como en la famosa fábula. “El PSOE debe quitarse de encima a los comunistas”, “Pedro Sánchez debe dar una patada en el culo a Pablo Iglesias”, “los socialistas tienen que echar por la borda el lastre de UP”, ¿verdad que le suena? Ese “lastre”, sin embargo, no impidió al PSC ganar las elecciones en Cataluña. Laminando a la derecha y enfrentando a la izquierda nadie podría parar a la ultraderecha, ¡cuidado! Así que bien haría Casado, si quiere que el PP sea la alternativa democrática en este país, en poner a la ultraderecha en su sitio y en romper cualquier relación con ella, como hace la derecha democrática en toda Europa y bien haría las dos formaciones políticas de la izquierda que gobiernan en dejarse de chorradas, de protagonismos absurdos y de juegos de niños, y manteniendo sus diferencias ideológicas y programáticas, preservar la unidad. Aunque en otro contexto muy diferente, Mario Draghi, el nuevo primer ministro de Italia, ha espetado esto a los italianos: “La unidad no es una opción, es un deber”. ¿Entendido?
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