Alí Babá y Cangas de Onís
La pasada semana leí en LA NUEVA ESPAÑA –con estupor e incredulidad– que el Ayuntamiento de Cangas de Onís va a colocar cámaras de videovigilancia en varios puntos del espacio público del pueblo: calles, plaza, aparcamiento público...
Si ya la medida me parece inaceptable en un Estado de derecho y democrático como en el que se supone vivimos... más aún lo fue la justificación del Alcalde.
Él manifiesta que Cangas de Onís es un pueblo tranquilo y pacífico donde apenas existe delincuencia ni violencia, y añade: “Somos un destino de referencia tanto en el sector turístico como en el deportivo” (sic).
Me pregunto si las cámaras son para vigilar a los turistas –supuestos delincuentes– o para amedrentar/disuadir a los sufridos vecinos y lugareños que, se supone, no saben qué es eso de la “presunción de Inocencia” ya que como posibles infractores de la ley se nos trata.
“El PP (Prisión Permanente) y el chantaje emocional” es como se titula la carta que este periódico me publicó el 12 de febrero de 2018.
No quisiera repetir argumentos ya expuestos en dicha carta, pero sí creo que merece la pena recordar:
“España es el país de Europa con menos delitos por habitante, y sin embargo está a la cabeza de los países con mayor número de presos también por habitante.
La famosa muletilla ‘En este país no hay justicia, entran por una puerta y salen por otra’ que se repite en bares, comercios, charlas de espacios públicos, etc., parece no ser cierta. Tal es así que los que cometen delitos de ‘cuello blanco’: políticos, banqueros, grandes empresarios, corruptores de alcaldes y concejales de urbanismo, directores y ejecutivos de cajas de ahorros, etc., ni llegan a ser juzgados.
Es muy frecuente escuchar a cualquier contertulio callejero, de bar, comenzar a sentenciar sobre temas de delitos sexuales, violencia doméstica, malos tratos... con la siguiente expresión: ‘Yo a estos tíos... los haría... los cogería y...’. Añadan ustedes toda serie de torturas, palizas y/o ejecuciones extrajudiciales. Siempre comenzando por: ‘Yo’.
Creo que esto se debe a la profunda tradición española donde siempre hemos estado sometidos a reyes absolutistas, la Iglesia católica, dictadores y, actualmente, a una ‘partitocracia’ que poco tiene que ver con la tradición democrática europea. El dictador Francisco Franco –apodado ‘Cerillita’ por su baja estatura– sigue proyectando una sombra más larga que la del ciprés de Miguel Delibes sobre varias generaciones de españoles. Parece que en cada uno de ellos anida latente un dictador en potencia, en espera de tener algo de poder para aplicar el ejercicio de autoridad sobre tanto delincuente que nos acecha”.
(...)
“En España, en 1870 se dejó de aplicar la cadena perpetua; en 1932 se suprimió cualquier pena de carácter perpetuo. ¿Vamos a regresar ahora al siglo XIX? ¿Es esta involución, que está caracterizando los últimos años de supuesta democracia y libertades en España, lo que los ciudadanos desean y el PP alienta?
Me atrevo a sugerir que, si se dedicasen más medios, más exigencia y calidad en la Educación; si los gobiernos luchasen de verdad contra la pobreza, exclusión social y el paro, conseguiríamos que la Cultura, la Ciencia y el Humanismo brillaran en esta sociedad nuestra admirada por su amor a la vida, afectuosa, amante de la música y las Bellas Artes. Conseguiríamos una sociedad más justa, ecuánime, libre, segura, habitable, culta y no una algarabía de ciudadanos temerosos, intoxicados de telebasura que demandan penas más duras y más represión en detrimento de las libertades de todos”.
Hasta aquí la carta de entonces. ¿Ha mejorado la situación desde entonces? Me temo que no.
Con el paso del tiempo... nuestras libertades van languideciendo, desapareciendo... Muchos trabajadores han de fichar con sus huellas dactilares en máquinas para controlar su acceso a su puesto de trabajo, sin que ellos sepan qué se hace con su esa información y quiénes son las empresas que la manejan.
En el mercadillo dominical que se celebra en las calles y plazas de Cangas de Onís, hay vigilantes de una empresa privada que controlan el acceso, te recriminan y... ¿pueden detenerte en un espacio público? pues llevan esposas entre sus pertenencias.
Tenemos Policía Municipal y Guardia Civil en Cangas de Onís. Estos vigilantes de empresas privadas no pertenecen a los “cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado” (la ley así lo dice). Están en las calles y las plazas, que son espacios públicos. Y no parece que haya protestas y un rechazo social a tanto control del “Gran Hermano” en el que se está convirtiendo nuestra sociedad.
Aún están vigentes la Ley de Seguridad Ciudadana y la cadena perpetua –lo de “prisión permanente revisable” es un eufemismo que trata de tapar lo obvio–.
Hace unas horas he visto en la televisión a un político –no recuerdo de qué partido político era– manifestar... más o menos... no es literal:
“Alí Babá (el Partido Popular) puede cambiar la sede de su cueva. Pero... si continúa robando acompañado de los cuarenta ladrones (aunque creo que la cifra de los ladrones es mayor, sin contar los que están en Soto del Real o Miraflores y varias cárceles más –este añadido es mío–) le seguirá persiguiendo la ley”.
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