¿Populismo?
De nuevo me dirijo a este medio para denunciar un hecho que se repite en numerosos puntos de nuestra ciudad, pero de una forma muy especial en la Ciudad del Naranco debido al número importante de centros educativos concentrados en un perímetro relativamente reducido.
Cuatro veces al día, durante períodos prolongados, se satura de vehículos, la mayoría de ellos aparcados encima de las aceras, generándose un caos absoluto.
No es difícil imaginar las molestias que ello provoca en el vecindario: alto grado de polución, contaminación acústica, dificultades de circulación para los peatones...
El asunto lo puse en conocimiento del Ayuntamiento de Oviedo en reiteradas ocasiones y la respuesta siempre ha sido evasiva: no se pueden colocar bolardos en la acera porque lo impide la normativa –alegando motivos de seguridad–, así como la promesa de una mayor presencia policial. En definitiva, nada de nada hasta hoy.
La reflexión que saco de todo esto va en una doble vertiente en cuanto a la búsqueda de explicación y responsabilidades sobre este hecho.
Por un lado, está la de los padres que acuden en masa –incluso hasta una hora antes de la hora– a dejar o a recoger a sus infantes en los centros educativos, en una ciudad tan asequible y pequeña como es Oviedo, en vez de utilizar el transporte público, el transporte escolar o simplemente a pie.
De paso aparcan el coche encima de la acera (calle Lorenzo Abruñedo), sin tener en cuenta que en algún tramo el ancho no llega a los dos metros. Entonces me pregunto: ¿qué pasa con los peatones?, ¿qué pasa con las personas minusválidas que no pueden pasar por esos tramos?, ¿dónde está la grúa que actúa de forma rauda en otras zonas nobles de la ciudad? Pero tal vez lo más importante: ¿qué ejemplo están dando estos papás y mamás a sus hijos? Tal vez estos niños conciban esta forma de actuar como correcta; o que el problema de contribuir al aumento de la contaminación en una de las ciudades más contaminadas de España carece de importancia; o que es preferible utilizar el coche particular en vez de otro medio de transporte más solidario.
La otra vertiente reflexiva iría dirigida a la responsabilidad que tiene el propio Ayuntamiento sobre tal abuso por parte de los papás y mamás incívicos/as, especialmente a raíz de las respuestas que he recibido a mis denuncias por parte del Consistorio.
Realmente vivimos en una sociedad en la cual las personas, a nivel individual y como ciudadanos, nos sentimos ninguneados, de ahí que sea totalmente razonable el que hayamos perdido la confianza en las instituciones o en las administraciones que se encuentran a años luz de nuestras preocupaciones, de nuestros problemas cotidianos. Son incapaces de actuar a la hora de atajar determinados abusos; y la razón está, según he podido sacar en conclusión a partir de la respuesta que me dio precisamente una representante del Consistorio al comentarle el hecho que nos ocupa: se trata de llevar a cabo medidas que son impopulares.
En conclusión, señores, aquí lo único que importa es mantener el sillón a costa de los de siempre. ¿Podríamos llamar a esto también populismo?
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