Tragar hasta desfallecer
Pedro Sánchez, segundo “gran triunfador” de las elecciones catalanas, por detrás de los independentistas, se ha vendido por un plato de lentejas, y lo peor es que fue por un simple plato, sin las lentejas; total, toda esta parafernalia para conseguir apenas 44.000 votos más que Miquel Iceta en 2017, y que se quedaran en casa más de millón y medio de catalanes.
Aun así, ha tenido que tragarse el sapo de que sea con él de presidente del Gobierno cuando los independentistas hayan conseguido el hito, por primera vez en la historia, de superar el 50% de los votos, a pesar de haber afirmado, hace poco más de un año, que “con Rajoy se multiplicó por tres el número de independentistas”. Uf, menos mal, Presidente.
El próximo indigerible sapo supondrá un serio problema de la deglución, dificultades y dolor al tragar, que requerirá de una dilatación y probable cirugía de faringe y esófago. Y es que este sapo se las trae.
Por situarnos, recordemos que en esa línea gubernamental de diálogo y buen rollo para domesticar a la fiera y conseguir su apoyo, Sánchez contó con el voto de los independentistas, primero en la moción de censura, luego en la investidura y más tarde en los presupuestos, para ahora, fortalecidos por el resultado electoral, exigir el cobro de la factura.
Sobre la mesa: indultos, reforma del Código Penal, mesa de diálogo y reforma de la financiación autonómica, aunque la madre del cordero está en la exigencia, más pronto que tarde, de un referéndum de autodeterminación.
Llegados a este punto, Sánchez, se ve en el diabólico dilema de negar esta demanda anticonstitucional (comprometiendo el apoyo de los independentistas en lo que queda de legislatura), para no incurrir en delito, al tiempo que carece de apoyos suficientes para reformar la Carta Magna y poder legalizar esa consulta.
Conclusión: más diálogo, más dinero, más cesiones... hasta llegar a otra curva con las mismas exigencias, y la consiguiente entrada en bucle permanente.
Llegará un momento en que España se llamará Cataluña, todos seremos catalanes (si nos aceptan los nativos) y solo quedará de la España conocida un mínimo retazo en los libros de la nueva historia progresista que se anuncia y, si acaso, un puntito negro, allá por el noroeste, donde unos salvajes expulsados del paraíso catalán darán comienzo a la Reconquista. La historia se repite.
Hoy me he dormido con sobresaltos, reflexionando sobre la inexplicable, para mis cortas entendederas, nula incidencia en las urnas de la catastrófica gestión de la pandemia, la crisis sanitaria actual y la gravísima crisis económica que nos amenaza, pero me he levantado eufórico al recordar estas proféticas palabras de Sánchez, merecedoras de figurar cinceladas en piedra, en las bíblicas Tablas de la Ley:
“Este Gobierno no aceptará nunca un referéndum de autodeterminación. Esta es la propuesta del Gobierno de España para Cataluña: convivencia, diálogo y ley. Constitución”.
¿Por qué me acuerdo de Bildu? ¿Tendrá estómago el Presidente para tragarse este sapo?
Saludos cordiales.
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