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Zapatero no era de algodón

9 de Agosto del 2010 - José Antonio Gutiérrez González (Piedras Blancas)

Hace ya algún tiempo que escuché una canción cuyo estribillo reza así: «Zapatero fue un error». Un amigo me la envió a través del correo electrónico y hoy muchas personas, conozcan o no la citada melodía, repiten la cantinela.

Cuando hace poco más de seis años, como presidente electo Rodríguez Zapatero llegó a la Moncloa, con cara infantil y sonrisa de Gioconda, parecía de algodón (como el burro de Platero), defendiendo las bondades del diálogo universal, todo podía negociarse, daba igual con quién y a qué precio. Y muy seguro de sus cualidades, abrió el melón de la reforma de los estatutos e autonomía, negociando con partidos catalanes un nuevo texto del Estatuto. Hoy, todos sabemos cuál ha sido el resultado.

Ha habido otras negociaciones que es preferible no comentar pues su desenlace costó vidas humanas. Pero se repuso muy pronto y sacó pecho una vez más aprobando la controvertida ley de la Memoria Histórica, con la que enterró el espíritu de concordia y armonía de la Transición, construida con ejemplaridad por todo el pueblo español. Él, sin embargo, prefirió reabrir viejas heridas y fomenta el rencor. En su opinión, como reconoció en su día, aunque fuera a micrófono cerrado, a una cadena de radio: «era bueno aumentar la tensión».

Asimismo, mientras otros países tomaban medidas contra la crisis, él se dedicó a negarla y a pavonearse alardeando de que nuestra economía estaba a punto de superar a la francesa y a la italiana. Sus, según él, amigos Sarkozy y Berlusconi, estaban muy preocupados por ello.

Con e l tiempo fue dilapidando el superávit de las arcas públicas, llegando a gastar más de lo existente en ellas, precipitándose al grandioso déficit que presentan actualmente. Ahora, después de que la Unión Europea y el presidente Obama entre otros le tiraran de las orejas, aquél despilfarro les está tocando pagar a los de siempre, ó sea, a la ciudadanía más humilde. Pero lo grave, que también, no es haber caído en determinados errores, sino persistir en ellos.

Así, el paso del tiempo ha venido a demostrar que éste presidente más que de algodón, está hecho de hierro colado. Tras la sonrisa angelical de los primeros tiempos, se esconde un hombre calculador que en lo político no olvida ni perdona. No desconozcamos las declaraciones de su correligionario y amigo Jordi Sevilla, cuando manifestó: «Creo que José Luis ya no deposita su confianza en nadie. Que me perdone Sonsoles, su mujer, pero estimo que ni en ella». Experto en hacer el vacío a las personas que utilizó un tiempo y que ya no le sirven, te borra de la foto y se acabó.

Cada vez más gente define a Rodríguez Zapatero como el clásico falso hombre bueno. Hombre de fachada bondadosa que esconde su corazón de hielo. Te saluda con la mano derecha y te apuñala con la siniestra (por no mentar la izquierda). Para entenderlo mejor tenemos que pensar que estamos ante un político que se distraía imitando a Felipe González, al que reverenciaba. «Seguiré cueste lo que cueste», ha dicho en el reciente debate de la Nación. Y no parece muy creíble porque acaba de manifestar que éste año no asistirá a la fiesta de Rodiezmo, pues, cobárdicamente, teme que le puedan sacar los colores los mineros de León y Asturias. El 2010 no está siendo el mejor año de ZP.

Como escribe el periodista José García Abad, en su reciente libro «El Maquiavelo de León»: «no se llega a presidente siendo una hermanita de la caridad o un tonto». Yo, personalmente, considero que ni tan tonto antes ni tan listo ahora. Solamente me inclino a pensar que de momento no cree tener un machacón adversario político, pero sí puede encontrado más pronto que tarde.

Habida cuenta de todo lo dicho, y más, es fácil suponer que al presidente Rodríguez Zapatero le pierde su ambición de proseguir en el poder.

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