Ausencia de reacción en la caza asturiana a los insultos y mentiras que recibe
Es una verdad públicamente reconocida que la caza sufre de ataques y criticas ofensivas. Hay todo un amplio y repetido repertorio de argumentario ideológico detrás de cada insulto siguiendo la clásica estrategia de señalamiento y estigmatización a través de un lenguaje corrosivo que sirve de tacticismo para marcar al cazador como un ser miserable. Padece también el sector cinegético las consecuencias de un discurso fermentado en la invención propagandística de noticias falsas o manipuladas, e incluso de hostilidades violentas, como forma de erosionar los valores éticos más esenciales de una actividad que se ha acostumbrado a padecer las consecuencias de la impunidad con que son tratadas las fabulaciones que se vierten sobre él, sin que por ello nunca suceda nada.
Es un hecho cierto que, frente a las desconsideraciones de todo tipo que ha venido soportando la caza en el Principado, la falta de reacción ha sido manifiesta. La Federación Asturiana de Caza sigue replegada en un silencio incómodo para el aficionado y tal parece, ante la falta de noticias, que se muestra hasta el momento inepta, incapaz de establecer una estrategia coordinada con mínima eficacia, como elemento de cohesión que concentre fuerzas y objetivos, lo que le abocaría a un tremendo fracaso estructural si no procede a dar cumplida respuesta. Una de las causas de la triste situación en que se encuentra sumida la cinegética asturiana a nivel informativo y de comunicación ha sido, sin duda, la autocomplacencia.
Alguien tiene que “pedir cuentas” y responsabilidad a quien coloca despectivas etiquetas y falsas imputaciones de extrema gravedad a los cazadores, sin que por ello le sea necesario justificarse. De ahí la importancia de abrir espacios para proyectar una voz potente que defienda sin complejos ni servidumbres la posición del cazador que hace un buen ejercicio de la caza, la inmensa mayoría. Por tal motivo, es de entender, corresponde en primera instancia al ente federativo; a él hay que atribuirle la adopción de medidas con carácter reivindicatorio y no ser parco en estas cuestiones (no basta con repetir siempre las mismas obviedades para salir del paso) debido al papel prominente que se le ha concedido; dispone de los mecanismos necesarios para ello y solo, debemos entender, le falta la voluntad de activarlos.
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