Libertad de expresión

“¡Merece que explote el coche de Patxi López!”.

“No me da pena tu tiro en la nuca, pepero. Me da pena el que muere en una patera. No me da pena tu tiro en la nuca, socialista”.

“Que alguien clave un piolet en la cabeza de José Bono”.

“Pena de muerte ya a las Infantas patéticas, por gastarse nuestra pasta en operaciones de estética”.

“Prefiero grapos que guapos. Mi hermano entra en la sede del PP gritando ¡Gora ETA! A mí no me venden el cuento de quiénes son los malos, solo pienso en matarlos”.

“Merece también un navajazo en el abdomen y colgarlo en una plaza”.

“Que li fotin una bomba, que revienten sus sesos y que sus cenizas las pongan en la puerta de la Paeria”.

“Uno de CUP hablando claro contra la monarquía mientras IU anda de risitas con esta en la Zarzuela”.

“Julio Anguita torturaba a comunistas en connivencia con Aznar”.

“El mierda de P. Iglesias de risitas en la Zarzuela sin reprocharle al Borbón las atrocidades de las que son responsables”.

¿Y las flores a las mujeres?:

“Escribo poesía, sí, y también puedo decirte ‘vete a comer pollas zorra hija de la gran puta’”.

“Bukkake para todas esas piradas que nos pintan a todos los hombres como maltratadores en potencia y les gustaría que solo hubiera mujeres”. Esto último, la verdad no sé si lo dijo alguien de Vox o Hasél.

Estas y muchas más “perlas” tienen propiedad “intelectual”. Son de Pablo Hasél.

Cuando me llegó la solicitud de solidarizarme con él, para pedir que no entrara en la cárcel. No lo dude ni un instante y firmé, porque defiendo la libertad de expresión ya que, sin ella o equívocamente acotada, la que pierde es la democracia y el Estado de derecho.

Nunca he sido partidario de legislar en caliente. Es una característica de los gobiernos inoperantes, cortoplacistas, populistas, incapaces de encender las luces largas que generen seguridad jurídica para sus ciudadanos. Es lo que se está pidiendo estos días. Igual que ocurrió hace unos años con los titiriteros y años atrás, con otros episodios de la misma índole.

En unos días en el Parlamento y en las calles el fuego se apagará hasta que vuelva a surgir otro Hasél. Volverá el debate, las soflamas, el ruido. Y sus señorías, únicos responsables del desaguisado, mareando la perdiz, discutiendo si son galgos o podencos y, en algún caso, beneficiándose de la ley mordaza.

Cuando al final se aborde la reforma del Código Penal y se consiga (cuestión harto difícil) establecer los límites de la libertad de expresión, donde se establezca que jamás pueda entrar en la cárcel un rapero por decir lo que piensa; por su propia lógica jurídica, tampoco se podrá actuar contra aquella niña descerebrada que hace unos días acusaba a los judíos de todos los males de España en un acto fascista. Por cierto, la niña lleva apellidos judíos sefardíes. Es lo que tiene la ignorancia y que antes decíamos que “se cura viajando”. Hoy no. Estas niñatas viajan mucho: de avión en avión y de discoteca en discoteca. Creen que Ulises es nombre de perro.

No entiendo mucho de rap, pertenezco a otra época, por ello me pliego, en cuestiones de música rapera, a mejor criterio. Son mayoritarios los que opinan que el rap de Hasél es de baja calidad. No entro en ello ni creo que su valoración, aporte nada al debate sobre la libertad de expresión.

Sí creo en cambio que, flaco favor se hace, cuando desde instancias del poder se alientan comportamientos violentos, olvidando cuál es su papel institucional. “Todo mi apoyo a los jóvenes antifascistas que están pidiendo justicia y libertad de expresión en las calles” (Pablo Echenique). Lo he manifestado en varias ocasiones que he podido en este medio de comunicación que defiende la libertad de expresión desde que nació; el problema de Podemos es que no acaba de asumir cuál es su papel institucional. Hasél puede decir lo que le dé la gana, Iglesias no. Seguro que alguien me responderá que no puedo limitar la libertad de expresión del Vicepresidente (*). Si quieres ponerte al nivel de Hasél, estás en tu derecho, nadie te lo impide, pero no desde la representación institucional que la democracia te ha dotado, que la representas y ejerces.

Cuando Twitter cerró la cuenta del incendiario Donald Trump, se abrió un debate sobre la libertad de expresión que protege la Primera Enmienda. Recurso utilizado a su vez, por los republicanos que se oponían al “impeachment”. Un senador demócrata, de manera impecable, zanjó el debate: “El ciudadano Donald Trump, podrá decir lo que plazca, más no el Presidente de los EE UU”.

Para mayor esperpento, si cabe, Junts per Cat también se solidariza con los valientes antifascistas que destrozan todo lo que pillan, incluidos los medios de comunicación y piden depurar responsabilidades de los Mossos d’Esquadra. ¿A que no adivinan en manos de quien está la Consellería d’Interior y, por tanto, la dirección de los mossos? ¡bingo! de Junts per Cat. ¿Nos apuntamos a Groucho Marx o a Cantinflas... creo que nos quedamos en casa, en tierras de Catalunya, nos apuntamos a “Saben aquel que diu...” de Eugenio o al entrañable Gila que es más de mi época?

Llevo más de medio siglo combatiendo al fascismo. Soy antifascista desde mucho antes de que naciera esta tropa y, por supuesto un hombre de izquierdas. No me siento identificado con los Pablo Hasél que sueñan con poner una bomba lapa en nombre del “currante que sufre las miserias del capitalismo en este estado fascista”. Creo que este rapero no es referente de nada y desde luego de mí, no.

Por cierto, Quequé, yo de ti miraría debajo del coche. Echenique, mira también debajo del tuyo...”Porque sois la patazurda del fascismo” (no lo digo yo, ¡por Dios!, lo dice Pablo Hasél.

(*) En estas mismas páginas: “Manca Finezza”