Leer, leer, leer

16 de Marzo del 2021 - José María Casielles Aguadé

Entre las muchas cosas positivas que he de agradecer a Dios está una vida profesional dilatada y grata, dedicada esencialmente a la docencia, en la que, durante cuarenta y siete años de trabajo, he llegado a convivir felizmente con más de trece mil alumnos de E. M. y E. U. sin la menor queja o disarmonía. Creo sinceramente que ese grato camino lo aprendí de mis excelentes profesores, tanto del Instituto Alfonso II de Oviedo, como luego en la Universidad (Oviedo, Santiago de Compostela y Alcalá de Henares). Tuve también la suerte de cursar el espléndido Bachillerato del magnífico plan del 38, que duró hasta el 52, con siete cursos, (entre los 10 y 17 años), tan formidable como el “Abitur” alemán (de 10 años), ambos cargados generosa y equilibradamente con materias de Ciencias y Letras, entre ellas Latín y Griego.

–Y ¿para qué sirve el Latín?, preguntó un día en las Cortes hace casi medio siglo, un ministro poco brillante.

–Sirve para mucho, le contestó el diputado interpelado; entre ellas, para que a usted, que es Excelentísimo hijo de Cabra, se le pueda llamar “egabrense” y no otra cosa.

Pasando página, o mejor párrafos de esta divertida anécdota, volvamos a lo substancial: entre ese rico plantel de profesores que he disfrutado, recuerdo especialmente a la joven catedrática doña María José Pérez Montero, concienzudamente preparada y gran trabajadora, cuya receta fundamental se correspondía plenamente con el título de esta colaboración: “Hay que leer, leer, leer... asimilando bien lo leído”. Y para predicar con la mayor eficiencia, nada más convincente que venir todos los días a clase cargada con un voluminoso montón de libros de la biblioteca, que previamente habíamos elegido; que nos dejaba durante quince días; y de los que nos pedía después un comentario escrito, que ella analizaba, corregía y calificaba, añadiendo notas marginales. ¡Impresionante y ejemplar!

Recuerdo nítidamente lo que siempre nos decía: De un escrito hay que evaluar tres cosas esenciales: “Tema, fondo y forma”. Difícilmente se puede hacer una recomendación más breve y atinada. Y para rematar, aclaraba diáfanamente: El tema es el asunto o argumento del que se trata. El fondo es la idea o consecuencia que se quiere promover. La forma es la técnica expositiva, y se refiere a la ortografía, léxico, y estilo con el que se escribe, lo que incluye evitar repeticiones de palabras, incoherencias y desaciertos semánticos.

Especialmente, cuando la autoría del trabajo es nuestra, tiene importancia elegir bien un título que despierte interés.

SUMARIO: Sobre la importancia de la lectura

DESTACADO: Hay que interesar a los niños en la lectura como fuente de recreo, información y caudal de ideas formativas, utilizando como incentivo el respeto a sus intereses por simples que nos parezcan

–Y, ¿qué es lo que resulta más difícil de todo esto?

–Retirar de un artículo todo lo que sobra, decía con indudable acierto un brillante periodista de LA NUEVA ESPAÑA.

–Autocorregir los borradores propios, pienso yo, que los leo media docena de veces, y aún después los condeno a la papelera. Una vez más, me viene a la memoria un sabio consejo de mi querido padre: “Somos malos jueces de nuestros propios actos”, y eso nos hace tropezar reiteradamente en la misma piedra. En este sentido, creo que lo más sensato es “dejar las cosas posar” antes de un nuevo repaso. Y una vez más, aconsejamos la humildad de consultar al diccionario las mínimas dudas ortográficas y semánticas.

Como docente responsable, lo que más me preocupa de esta modesta colaboración, es conseguir la aceptación y reconocimiento de mis lectores: Hay que interesar a los niños en la lectura como fuente de recreo, información y caudal de ideas formativas, utilizando como incentivo el respeto a sus intereses por simples que nos parezcan: Empieza primero leyendo lo que te atraiga o llame tu atención; luego será el propio deseo de conocer el que te atraiga a ti. Es bien conocido que el saber no ocupa lugar; sino que él mismo requiere la ampliación de conceptos y nociones.

Para ancianos y jubilados, la lectura es la mejor compañía, que nosotros mismos podemos seleccionar y dosificar, sin pesadas cargas de propaganda ni incordios manipuladores. El libro no nos importuna, y siempre nos espera pacientemente. Para el ciudadano que trabaja, la lectura es la más sosegada fuente de información, con el único problema de que la lectura reposada y crítica requiere tiempo disponible.

No olvidemos, que leer es la principal técnica de estudio. En esta tarea, creo recomendable el señalamiento de páginas con índices adhesivos, y las notas marginales que aligerarán las lecturas posteriores. Algunos, escriben apuntes adicionales en los mismos márgenes de las páginas del libro; otros preferimos utilizar señaladores y notas adjuntas por más estéticas y modificables.

En algunos textos de estudio –menos de los deseables– se encuentra un cuestionario temático al final de cada capítulo, que resulta inestimable para evaluar la asimilación de lo estudiado. Es claro, que siempre podremos prepararlo nosotros mismos en una nota o “addenda”, y formular con esa ayuda las oportunas consultas a los profesores.

No queda la menor duda de que la lectura crítica, analítica y reposada es la mejor vía de formación de ciudadanos conscientes y responsables: Leer, leer, leer. Solo está contraindicada por los dictadores; por eso se practica la censura.

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