La violencia ¡jamás! debe conseguir sus fines
Hablan de manipulación mediática. Quién manipula, no seréis los de Podemos (curioso, no se enteran ustedes: son Gobierno) Pablo Iglesias, Mayoral, Serra, Echenique... casi alentando a los terroristas callejeros con sus manifestaciones, silencios o no condenas explicitas a la violencia y al terrorismo callejero.
Esperar votos de los violentos es cobardía y mucha miseria humana ¡recuérdenlo inmaduros personajillos! Ustedes se piensan que esos energúmenos forman parte de su respaldo en las urnas, por eso no les condenan, incluso ese rapero impresentable, ya ven lo que decía de ustedes no hace mucho ¿ahora le apoyan? ¡Fuera del gobierno! ¡fuera! No merecen tal distinción, aunque solo fuera por decencia política. Pueden estar en contra de muchas cosas con su socio mayoritario en el Gobierno, pero los trapos sucios siempre se lavan en casa. Si es que no pueden dormir juntos, sepárense y punto pelota, pero no, no se aguantan, pero les puede el egoísmo personal de mantenerse en el poder, aunque eso suponga un descontrol y perjuicio para todos los españoles.
Nada tiene que ver la libertad de expresión con el libertinaje vulgar, chabacano, burlón, insultón, carente de elegancia y compostura, que alienta terrorismo y violencia; salvo que son antónimos por naturaleza. Quien silencia o apoya eso, es como él.
La historia la escriben los valientes, no los cobardes que, por un puñado de votos alientan o silencian el terrorismo callejero. Les diré algo: El voto cobarde es inestable.
¿Quieren convertir España en otra Argentina o cualquier país donde los energúmenos marcan los pasos a seguir de la vida ciudadana? en esos países se acostumbraron a que los violentos campen a sus anchas, están rodeados de matones por cobardía generalizada del resto de la sociedad que se deja manipular y amedrentar. El fútbol y la sociedad allí está dirigida por este tipo de matones a sueldo. Ya lo ven hasta normal. No lo digo yo, muchos argentinos lo denuncian. Por eso no se extrañen que desde esos lugares reciban por las redes apoyos para ese desbarajuste mental de confundir libertar con libertinaje. Recuerden, por la violencia no se debe dar nada, o será darles la llave de la inseguridad ciudadana a los matones de alcantarilla.
Qué poca vergüenza tienen algunos, ahora resulta que los que provocan, los violentos, los que atracan, rompen todo, tiran adoquines, queman y destrozan la convivencia son los policías. Quien así dice son reos de su propia cobardía y miseria personal. A ese impresentable rapero no le metieron en la cárcel por rapear, está por enaltecer terrorismo, la violencia y además por reincidente. No manipulen y mientan.
Lo que me rechina es la cobardía de muchos profesionales del periodismo que se muestran lasos con este tema de defender libertades de expresión a base de violencia callejera. Algunos presumen de escribir y vender libros como churros, lo remarcan a diario por las redes, pero ante los hechos de estos días, solo demuestran eso: cobardía. Es mejor no meterse en problemas, vivir balanceándose entre su propia indefinición y hacer creer a los demás que fiscalizan poder y defienden derechos y libertades. No hay ningún derecho para los violentos y los que amedrentan a base de romper, destrozar, amenazar, quemar, insultar, destruir... esos no tienen cabida en un estado de democrático y de derecho que se precie.
Por eso exijo a mi Gobierno que erradique ¡ya! con todas las fuerzas de la ley y de las fuerzas del orden, esta lacra violenta. Con los violentos, no se puede ser condescendiente jamás. ¿Dónde están los padres de esos jóvenes delincuentes? ¿Escondidos bajo las sabanas por miedo a sus hijos e hijas? Jamás se vieron tantos menores, tantas jovencitas metidas entre esos matones baratos, son como ellos. Por eso los que decíamos que la mujer es igual al hombre para bueno y para lo malo, nos lo refuerza ver a esas jovencitas con tan mala leche encima tirando piedras a los policías, quemar contenedores, asaltar tiendas y bancos, romper escaparates, destrozar todo. ¿Qué pena verdad? Pues a mí, me da más pena observar a sus padres esconderse por miedo y vergüenza, de no saber educarlos. No me imagino a ninguno de mis tres hijos el poder entrar en casa después de algo así, sabrían que se encontrarían a dos padres que los colocarían en su lugar, aún con edades muy superiores a esas niñatas y niñatos.
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