Australia nos devuelve la esperanza
Contemplar la final del Open de Australia de tenis, con 9.000 personas en las gradas del Rod Laver Arena, ha sido un soplo de esperanza y la señal de que hay luz al final de un túnel que parecía no tener fin.
La experiencia de haber podido vivir y disfrutar un espectáculo deportivo del máximo nivel como es un Grand Slam de tenis, con espectadores, es impagable, porque ahora más nunca que se agradece el calor que genera y que transmite la pasión del público, lo que anima a pensar que poco a poco iremos recuperando las ilusiones y la confianza en un futuro que veíamos muy negro.
La contundente victoria del número uno mundial, el serbio Novak Djokovic, que se ha proclamado campeón por novena vez de este prestigioso torneo, en un ambiente festivo y vibrante, nos ha devuelto, durante un par de horas, las emociones que despierta el deporte y que tanto hemos echado menos estos largos meses.
Es de desear que lo de Australia sea solo el punto de partida de una carrera que acaba de comenzar y que tenemos que ganar entre todos.
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