Canción triste de Catalonia Street
Seguro que recuerdan aquella exitosa serie de “Canción triste de Hill Street” que durante siete años, en la década de los 80, pudimos ver en televisión.
Y también recuerdan a su personaje más carismático, el sargento Esterhaus, quien, a las órdenes del capitán Furillo, cada mañana hacía el repaso de las tareas a repartir, glosando sus intervenciones en la Comisaría con el clásico “tengan cuidado ahí fuera”.
Era una ficción, pero lo que estamos viviendo estos días en algunas ciudades, y muy especialmente en Barcelona, es la triste, preocupante y recurrente realidad.
Por eso, este fin de semana, lluvioso y gris, no tuve mejor idea que sentarme ante a la tele con un bocata de choped en lata, de Casa Tarradellas, y una cerveza Montseny Blat, igualmente catalana, y repasar los vídeos de las manifestaciones de los últimos días.
Previamente, para darle un toque de ardor guerrero, quité el audio original, sustituyéndolo por “Música épica de batalla legendaria”. Impresionante. Si mi gato hubiera escuchado esto, en dos minutos habría cazado más ratones que en el resto de su vida.
Solo eché en falta la tanqueta lanzaagua, la unidad canina y la mítica Policía a caballo (insuperable el efecto psicológico de una carga de treinta caballos al galope por Vía Layetana).
La única nota positiva de todo este despropósito es que el club de los odiadores pierde adeptos, a lo que ha contribuido el acto de contrición de la alcaldesa Ada Colau, que después de astracanadas de todos los colores del arco iris, ha condenado a las turbas antisistema poniéndose de parte de la Policía y fuerzas del orden.
La misma persona que había lanzado, utilizado y justificado a los violentos, acusando a los policías de agresiones sexuales durante las cargas de 2017; la misma que previamente había exigido al Ejército que abandonara las prácticas de tiro en el Parque de Collserola; la misma que en el XXVII Salón de la Enseñanza, les dijo a dos oficiales del stand del Ministerio de Defensa, que “no le gustaba que estuvieran en el Salón”; la misma que mandó desmantelar la unidad de antidisturbios de la Guardia Urbana en 2018; la misma que se negó a recibir el apoyo de la UME en el inicio de la pandemia...
Esa misma alcaldesa, sobrepasada por los acontecimientos, hoy, 2021, cuando las turbas antisistema reeditan las alteraciones del orden público, el pillaje, los robos en tiendas de lujo (ninguna librería), los comercios reventados, los guardias masacrados, los vecinos aterrorizados y el caos en Barcelona, se “rinde”. A buenas horas, mangas verdes.
La señora Colau se tendrá que comer con patatas a los manteros y okupas a los que tanto ha defendido y promocionado, y quizá la presión llegue a tal punto que se vea obligada a echarle un par, y decir como dijo cierto presidente con bigote, ante los destrozos de la kale borroka (para los no iniciados, no es un pueblo vasco): “Hasta aquí hemos llegado”. Punto final.
Me pregunto ¿por qué simpáticos y destructivos adolescentes antisistema, con el señuelo de exigir la libertad del rapero Hasél, han optado por quemar contenedores y comercios, renunciando a esa inveterada costumbre mucho menos dañina ¡dónde va a parar!, con gran arraigo y reconocimiento social, de quemarse a lo bonzo?
Fácil imaginar a un grupo de estos jóvenes delincuentes, revolucionarios de porro y calimocho, entrando en una sucursal bancaria, respetando, eso sí, las normas anticovid (todos llevan mascarilla) y reventando los cajeros.
También me imagino los titulares en la pacífica, democrática, imparcial y meliflua TV3, en tal supuesto: “Ejemplares ciudadanos detenidos por ir al banco”.
¿Se imaginan el día que echen a Pablo del Gobierno?
“Tengan cuidado ahí fuera”.
Saludos cordiales
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