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Pastando con lobos

22 de Febrero del 2021 - Manuel Díaz Estrada (Forcinas, Pravia)

No, no se trata del título de una nueva película como aquel filme inolvidable de los años 90, “Bailando con lobos”, interpretado por Kevin Costner. Aunque el tema bien podría dar lugar a una película, mitad drama mitad terror. Nos estamos refiriendo al grave problema del lobo y la ganadería en Asturias. Estas últimas semanas han corrido ríos de tinta y cientos de opiniones sobre el tema, especialmente desde que la ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, hiciera públicas unas declaraciones en las que anunciaba la intención de su Ministerio de incrementar la protección del lobo en todo el territorio nacional. Los pocos ganaderos que nos van quedando en Asturias –pronto serán declarados una especie en vías de extinción– han mostrado su enfado en distintos foros de opinión, y los sindicatos agrarios, dormidos hasta la fecha en los laureles de la inopia, anuncian ahora movilizaciones contra la ministra Teresa Ribera.

El último censo sobre el lobo en Asturias, elaborado por los equipos del Principado, establecía para el pasado año 2020 la presencia en nuestro territorio de 40 manadas de canidos, 31 de ellas reproductoras. Tal como recoge el programa de control de la especie en Asturias; el Principado debería haber abatido entre 2019-2020 un total de 46 ejemplares; una cifra que oficialmente se quedó muy por debajo del umbral calculado para mantener el equilibrio que se pretende conseguir.

Los daños que la superpoblación del lobo viene causando en los últimos años en la ganadería asturiana son alarmantes. La media anual ha sido de 3.700 denuncias y de 5.134 animales afectados por los ataques del lobo. Estos datos han sido extraídos del análisis de las 45.405 denuncias por daños producidos por el lobo sobre la ganadería asturiana en los últimos 20 años.

Hasta hace pocas décadas, nadie había planteado la necesidad de la coexistencia entre el lobo y la ganadería extensiva. Durante muchos años, los ganaderos y el resto de la sociedad tenían un único objetivo: el exterminar a los lobos. Pero hoy las cosas han cambiado. El lobo está total o parcialmente protegido por leyes nacionales e internacionales. Lógicamente, en este nuevo escenario en el que nos movemos, se ha creado un nuevo conflicto, el que enfrenta a los sectores pro-lobo y anti-lobo, conflicto que en algunas ocasiones está siendo exagerado por los medios de comunicación.

Actualmente, las administraciones, en vez de gastar dinero en veneno y recompensas por matar lobos –como lo hicieron en el pasado–, lo invierten en subvenciones a los ganaderos y en el pago de los daños ocasionados por los cánidos. Las ayudas económicas que nos llegan de la UE, junto con la reducción del precio del mercado de la carne y la leche (causada en parte por las propias subvenciones), la mayor valoración del tiempo libre y el cada vez mayor número de reses que los ganaderos tienden a poseer –pues a mayor cantidad, más subvenciones a cobrar– han reducido la protección del ganado en el monte, favoreciendo el aumento de los daños del lobo.

En definitiva, la tan defendida compatibilidad del lobo con la ganadería en régimen de libertad, como la que se practica en muchas zonas de la región, se hace cada vez más complicada e insostenible. La única alternativa posible para lograr ese deseado equilibrio pasa por cumplir a rajatabla “el plan de gestión del lobo en Asturias”, un plan del que se habla mucho pero se ejecuta muy poco. Nuestros políticos, tanto a nivel regional como nacional, hablan y hablan sin cesar del tema, pero ninguno se atreve a pronunciar las palabras prohibidas: “Hay que matar lobos ya, antes de que sea demasiado tarde”. Tanto el presidente, Adrián Barbón como su consejero de Medio Rural, Alejandro Calvo, dicen estar a favor de los ganaderos en esta guerra contra el lobo, pero no terminan de aclararnos con las armas que piensan luchar en esta batalla. Saben que en el Gobierno de Madrid no quieren oír hablar ni de tiros, ni de un solo lobo muerto. Por su parte, los ganaderos amenazan con tomar las calles para protestar por la ruina a la que los cánidos les están llevando. Y en Bruselas también amenazan, allí lo hacen con recortar subvenciones si no se respetan sus leyes proteccionistas sobre el lobo. Resumiendo: lo más probable es que los ganaderos asturianos, al menos a corto plazo, tendrán que seguir “pastando con lobos”...

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