Las palomas de mi barrio
Vivo en esta calle desde hace 30 años, en el 11 de una torre de un barrio muy arruinado. En la cocina tenemos una ventana donde me asomo a respirar temprano cada mañana.
Y recuerdo aquellos tiempos en que el barrio “hervía” de vida: unos paseando al perro, otros haciendo las compras del día. La gente, amigable, te saludaba cuando en la calle te cruzaba, y muchos en las terrazas el cafetín se tomaban.
Desde esta misma ventana, observo ahora mi calle: ¡Dios mío!, qué soledad, qué silencio, no se ve a nadie.
Una gran tristeza domina el ambiente y es imposible expresar lo que mi alma siente.
Solo veo palomas y gaviotas revoloteando inquietas. Se posan en los tejados, las farolas y chimeneas. Y así un día y otro día, como si solo ellas tuvieran vida.
¡Benditas aves volanderas! que animáis así mi barrio por las mañanas. Si no fuera por vosotras, que otrora nadie os quería, si no fuera por vosotras ni el aire se movería.
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