No vuelva usted mañana
–Buenos días. ¿Víctor José Rodríguez?
–Buenos días. Soy su hijo, dígame.
–Le llamo del centro de salud de Pravia para la vacuna del covid. Mañana a partir de las 4 de la tarde debe acudir con sus padres al centro.
Le digo que tienen movilidad reducida y que sería mejor en casa, pero me comenta que por las características de la vacuna no se puede poner a domicilio y que se la administran sin bajarse del coche.
Al día siguiente saco el coche porque el acceso al garaje no está adaptado. Lo aparco en doble fila delante del portal, subo y bajo a mi madre, que padece una ataxia cerebelosa y necesita ayuda para caminar. Subo a buscar a mi padre, que está postrado en una silla de ruedas desde que le dio un ictus hemorrágico. Lo subo al coche, plego la silla y la guardo en el maletero.
Cuando llego al centro de salud el panorama es poco menos que desolador.
Gente desperdigada por todos los sitios, nietos con abuelos, hijos con padres, coches aparcados por doquier con gente mayor dentro. Todos fuera del centro de salud, claro. Creo que hay hasta gente mirando, como en las obras, y no es para menos. Llega una chica y me pregunta que si hay que esperar a que la llamen, que tiene al abuelo en el coche.
–Ni idea. Estoy recién llegado, como tú.
Busco al enfermero, pero no puedo ni hablar con él. Lleva las jeringuillas en la mano y las va administrando poco menos que al primero que levante el dedo.
Allí no hay ninguna lista, ni orden, ni concierto. Está él solo. No tiene ni un auxiliar a su lado. Entra y sale y vuelve a entrar.
–¿Hay que esperar a que nos llames? –le digo cuando pasa como un rayo por delante de mí.
–Uy, no va a haber dosis para vosotros –me dice.
Lo entendería mal, pienso.
Poco después me dice que no puede vacunar a mis padres, que las dosis están contadas y que no hay.
Le explico que tengo cita para hoy, que no vengo al azar y me replica que no estoy “en la lista”. Miro alrededor y no veo ninguna lista, ni funcionario que la tenga a mano.
Le explico los inconvenientes que supone el traer a mis padres para nada y lo entiende, pero no puede arreglarlo. Contengo la rabia.
–Entonces... ¿vengo mañana? –le digo.
–No, no... cuando te llamen. Ah, y pide que se las pongan a domicilio –añade.
–Pero si me dijeron que...
Hace unos meses Xuan Xosé Sánchez Vicente escribió en LA NUEVA ESPAÑA un acertado artículo sobre la burocracia de la Administración en tiempos del covid. Ya casi al final suplicaba que, por favor, esta “volviese a la ineficacia de antes” porque esa ya nos era familiar.
Desde aquí, les pido por favor que regresen cuanto antes al “vuelva usted mañana”.
Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.
Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:
Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo