Las denuncias falsas
Hay tres clases de mentiras: las mentiras, las malditas mentiras y las estadísticas. Cuando las estadísticas son convenientemente manipuladas se convierten en una potente arma de propaganda, un arma de propaganda que tiene muy poco que ver con la democracia y mucho con el totalitarismo. La violencia de género es algo muy grave que padecen las mujeres, por si no lo tenemos claro baste decir que entre el 1 de enero de 2003 (cuando se empezaron a contabilizar) y el 31 de diciembre de 2020 han sido nada menos que 1.076 las mujeres asesinadas en España por sus parejas o exparejas hombres, más que todos los asesinatos de ETA. Es para estar alarmados, evidentemente. Pero, ¿y si voy yo y le digo que eso es una minucia con los muertos que ha provocado y provoca el consumo de tabaco? En España han muerto, computando el mismo espacio de tiempo que para las mujeres muertas por violencia de género, casi 900.000 españoles y españolas por consumo de tabaco, es decir, el mismo número de personas que las mujeres asesinadas pero multiplicado por novecientos, y el mismo número de muertos que en la pandemia de coronavirus pero multiplicado por doce, sin embargo esto no parece escandalizar a nadie ni se ha tomado ninguna medida legal drástica para evitarlo. Traigo esto a colación, aunque no tiene nada que ver, para que nos demos cuenta de la importancia que tiene manipular las estadísticas y, con ellas, la información. Pues bien, el otro día la presidenta del Congreso de los Diputados, Meritxell Batet, leyó los nombres de todas las mujeres asesinadas por sus parejas hombres, pero no leyó el nombre de ningún hombre asesinado por su pareja mujer, ¿no hay hombres asesinados por sus parejas mujeres? Pues claro que los hay, y también mujeres asesinadas por sus parejas mujeres, lo que no hay son estadísticas, o mejor dicho, no se hace publicidad de algunas estadísticas que sí hay, exactamente igual que hay estadísticas del número de niños asesinados por sus padres pero no las hay del número de bebés que aparecen en los contenedores asesinados por sus madres. Para obtener una estadística aproximada de lo que se oculta tiene usted que hacer un seguimiento exhaustivo de las secciones de sucesos de los periódicos de las distintas CC AA, un trabajo ingente que puede usted realizar a través de internet y que le deparará sorpresas que nada tienen que ver con lo que se nos cuenta. Otra de las caras del relato del feminismo totalitario es minimizar las denuncias falsas de maltrato, hacerlas aparecer como algo inexistente o con cifras ridículas, por eso han bajado las estadísticas de denuncias falsas de maltrato del 0,006% al más ridículo todavía del 0,004% el año pasado, o lo que es lo mismo, dicen que solo hubo el año pasado siete denuncias falsas en España y solo cuatro con sentencia firme. Conviene conocer que solo computan como denuncias faltas aquellas que no han sido archivadas o sobreseídas y que las subvenciones de la UE contra la violencia de género, sin hablar de otras subvenciones, dependen del número de denuncias, no de las sentencias en firme de los tribunales. ¿Lo vamos cogiendo? Dejar sentado que las mujeres dicen siempre la verdad y que los hombres siempre mienten en este asunto sirve para, por ejemplo, que solo con la declaración de una mujer, sin prueba alguna, un hombre pueda ser detenido y encarcelado, soslayando gravemente la presunción de inocencia que consagra la Constitución. Sin embargo, los jueces saben perfectamente que las denuncias falsas de maltrato son miles, bien para quedarse con la custodia de los hijos, bien para obtener ayudas asistenciales y habitacionales, o simplemente por venganza. Hay abogadas que instruyen a sus clientas para que presenten denuncias falsas, a veces en verdaderas tramas delictivas; todos hemos visto lo que sucedía en Infancia Libre, por ejemplo. Sin embargo, estos graves delitos, que pueden arruinar la vida de un hombre y perjudicar muy seriamente a los niños, pocas veces son condenados y cuando lo son pocas veces se ejecuta la sentencia, siempre con penas muy laxas. Las denuncias falsas y la manipulación grosera de las estadísticas están haciendo un flaco favor a las mujeres verdaderamente maltratadas, a las que animo a denunciar, y al movimiento feminista en general, pues cada vez son más los hombres que se sienten, con razón, perjudicados y que no se suman a la lucha de las mujeres por la igualdad y por sus derechos. La ultraderecha, como en otros asuntos, también aprovecha estos errores de la izquierda para arrimar el ascua a su sardina, y ya sabemos cuál es la alternativa de la ultraderecha: la Sección Femenina. Queridas mujeres, ¡cuidado!
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