Participio activo
En "La noche en 24 horas", Xavier Fortes no tiene que demostrar que está identificado con el Gobierno de coalición; lo está con una adhesión que no necesita justificarse porque va de suyo. Es lo que hay y, además, no podría ser de otra manera. Que si lo fuera, no estaría el señor Fortes dirigiendo ese programa.
Más allá de esa identificación de base, desarrolla Xavier Fortes en la nocturnidad de su programa una labor de militancia meritoria. A los dirigentes de Cs les dispensa una benevolencia casi sacramental, como confortándolos in articulo mortis a entregar el alma con resignación. A los del PP los interroga con miramientos, como si estuvieran en la UCI y ya tuvieran bastante con respirar. Con los de Vox, en cambio, se emplea a fondo, como queriendo traerlos a mandamiento, proponiéndoles la sana doctrina con la secreta esperanza de hacerlos abjurar de sus errores o, de lo contrario, dejar patente su contumacia en el error.
El pasado miércoles Espinosa de los Monteros y Carmen Calvo protagonizaron en el Congreso una trifulquilla de género: Espinosa sostuvo que el participio activo (de presidir, presidente) es agenérico, y la señora Calvo, parapetada en la doctrina Montero de que se puede cambiar de género sin preguntarlo en casa e invocando la cortesía, se afirmó en su condición de "mujer y vicepresidenta primera del Gobierno". Esa noche comparece en el programa de "La noche" la señora Monasterio, rutilante esposa de Espinosa; Fortes la aborda, chuleta de filología en ristre, defendiendo los fueros del participio transgénero de presidenta. Tiempo perdido. La de Vox, erre que erre.
Es conocida la historia de aquel cura de la montaña leonesa, duro de mollera, al que un pelotón de defensores de la legalidad republicana dejaron por imposible, no teniendo más remedio que precipitarlo desde el campanario. En tierra, el buen cura, terriblemente magullado y sangrando por los oídos, seguía vivo y con ganas de vivir. Un miliciano más paciente que sus comilitones se inclinó sobre el párroco encañonándolo con la escopeta y, en un supremo y desesperado esfuerzo de ecumenismo, lo interpeló: "Venga, hombre, cágate en Dios y te perdonamos la vida". A lo que el cura contestó: "¿Sabes lo que te digo? Que no me sale de los cojones". ¿Lo cortés y lo valiente? A lo mejor la aleación de las convicciones y la cortesía no va de suyo.
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