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El fútbol científico de España

5 de Agosto del 2010 - Juan Castañeira Fernández (Tapia de Casariego)

Los partidos protagonizados por nuestra selección en Sudáfrica indican, claramente, la evolución del fútbol, como juego, hacia una mayor perfección. Ocurre que el gozo o satisfacción de haber sido campeones nos hace olvidarnos del modo de jugar de nuestros jugadores, que nos debió de dejar asombrados en el subconsciente.

Se trata de una manera de jugar que podríamos llamar científica o en equipo. El objetivo del juego de los españoles no era correr con el balón, sino que con buenos disparos éste se moviese contundentemente, chutando no, al tun tun, sino hacia el compañero de equipo, de modo que estuviese el mayor tiempo posible en manos del equipo nacional y no pasase el balón al enemigo o adversario. No se pretendía desarrollar cada uno su individualidad o virtuosismo, sino cediendo el balón al compañero eludiendo el regatear con el adversario. Esta forma de avanzar por el campo primero y luego a los holandeses, poniéndoles nerviosos. Los holandeses irritados y violentos practicaron el juego de los derrotados, el llamado juego sucio.

Del juego individualista de jugar cada uno para sí se pasó a la prioridad de jugar para el equipo. En ello tuvo que influir las directrices e instrucciones del entrenador don Vicente del Bosque y la actitud sumisa y obediente de magníficos jugadores.

Para ganar en cualquier juego son necesarias dos cosas: una jugar bien y la otra no tener, al menos, mala suerte. Una torpeza de un jugador o la del propio portero con un gol puede arruinar un partido. Si se juega mucho mejor que el adversario, es fácil que el peor jugador salga goleado.

La prioridad de jugar en equipo es lo mejor que se pudo inventar en el fútbol moderno. El fútbol practicado por nuestra selección actual tiene poco que ver con el fútbol de la llamada «furia» española. Se puede extrapolar lecciones a otros campos de la actividad humana. Así, el ejército moderno da prioridad no al valor o coraje de los soldados, sino a la estrategia de la cúpula militar y a la eficacia y potencia de las armas empleadas.

No cabe la menor duda de que las sociedades anónimas y las cooperativas constituyen un bien inapreciable e insustituible en el progreso económico y social de las naciones por su quehacer en equipo.

Todo esto no obsta a que haya personas geniales e inventores que por sí solos adelanten una barbaridad el progreso de la humanidad. Ya el filósofo Descartes decía, hace siglos, que un solo sabio podía traer muchas más mejoras que muchos estudiosos que repetían lo que ya se sabía y no hacían mejora alguna.

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