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Bajo el tacón de mi bota

28 de Febrero del 2021 - Rufo Costales (Oviedo)

Por una "claudicación intermitente de causa neurógena" he tenido que detenerme por dolor lumbar irradiado a ambas piernas, hormigueo y sensación de pérdida de fuerza.

Mientras me reponía del incidente, hizo su aparición Segismundo, un empollón de instituto, megalómano, "palizas" y acomplejado, acompañado a su vez del tonto del barrio.

Previo saludo, repaso del Segis a temas culturales (y a un servidor) para poner de manifiesto su supremacismo en historia y literatura, recreándose en lo más florido de las culturas griega y latina.

A este respecto, ni el Segis ni yo nos poníamos de acuerdo discrepando sobre la autoría del drama satírico "El Cíclope"; según él, de Esquilo, según yo (ni idea), de Sófocles.

El tonto del barrio, que decía conocer a Zaratustra, nos sacó de dudas; ni Sófocles ni Esquilo, el autor había sido Eurípides.

Terminamos insultándonos en un alarde cultural pijiprogre.

–Eres un "mamón epistemológico", me dijo

–Y tú un "cerdo empírico", le contesté.

Afortunadamente (para mí), no llegamos a las manos porque el asunto enseguida quedó opacado por la noticia que nos puso a ambos en sintonía:

"El gobierno de Israel ha anunciado un sistema de 'insignias de identificación', púrpura para los no vacunados, verde para los vacunados o 'recuperados' del covid".

Los centros comerciales, las bibliotecas, los museos, los cafés y algunos lugares de culto abrirán en modo "púrpura". Y los gimnasios, los eventos deportivos y culturales, los restaurantes (con reserva), lo harán en color verde.

En paralelo escuchamos que Núñez Feijóo, afectado por una paranoia sobrevenida, ha tenido una revelación divina que le ha concedido el don de la infalibilidad, y sabe más que nadie de pinchazos y otras drogas, por lo que conoce muy bien (lo ha leído en "El Jueves") que estas vacunas son saludables, benéficas e hiperseguras, y que jamás en la historia han causado daño a nadie, por lo que ha tenido la ocurrencia de aprobar en el Parlamento gallego una reforma de la ley de Salud de 2008 para que la vacunación en Galicia sea obligatoria, y que el hecho de no inmunizarse frente al covid-19 suponga, en función de la gravedad de la infracción, hasta 60.000 euros de multa.

En cuanto te digan que sin estar vacunado no puedes ir al cine, o al teatro, o coger un avión, o entrar en restaurantes, o acceder a un trabajo, o lo que sea, al final no te van a buscar ellos para vacunarte, al final les vas a buscar tú a ellos para que te vacunen.

¿A qué viene entonces esta sobreactuación de imponer por ley la obligación vacunal, conculcando la ley de Autonomía del Paciente, la Constitución, los tratados internacionales y las leyes orgánicas en una región como Galicia, sin apenas contestación antivacunas y con tasas de vacunación muy altas?

"Para más inri", esta ley permitirá al Gobierno gallego dictar aislamientos obligados en los domicilios o en los hospitales; someter a tratamientos específicos a pacientes; poner en cuarentena a contactos estrechos de un contagiado de covid; administrar la vacunación siempre que se dictamine por parte de las autoridades sanitarias; limitar la movilidad horaria; confinar por zonas y restringir las agrupaciones de personas; limitaciones de horario de apertura o cierre de establecimientos; medidas de seguridad e higiene; el deber del uso de mascarilla; el de suministrar datos a la Administración, especialmente a personas procedentes de otros lugares, y la prohibición del consumo de bebidas alcohólicas en la vía pública.

Si al leer estos disparates le viene a la mente el Armagedón bíblico, Hitler o los campos de concentración, relájese pensando que también hubo juicios de Núremberg. Ahí lo dejo.

Dicho esto, yo creo que cualquier persona sensata (y que me perdonen los insensatos) piensa, ante la promesa de inmunidad, en ponerse la vacuna, aunque si esa persona sensata también es medianamente inteligente exigirá, pasando por alto este tic totalitario del Sr. Feijóo, todas las garantías legislativas nacionales e internacionales.

Su reforma de la ley, presidente, es infumable desde una perspectiva jurídica, conculca todo lo habido y por haber en cuanto a derechos ciudadanos en una democracia y, desde el punto de vista político, resulta propia de regímenes nada recomendables, impropia de un demócrata como usted, supuestamente. Sin acritud.

P.D.: ¿Por qué jugar con el significado de las palabras haciendo ver (y creer) que si uno se vacuna se inmuniza, como si vacunar e inmunizar fueran sinónimos? Si se cumple a rajatabla la previsión estadística, la vacuna no será efectiva en un 5 por ciento, es decir, que si fueran 47 millones los vacunados, más de 2 millones no alcanzarían la inmunidad, ergo la vacuna es un medio (no el único) para llegar a la inmunidad (no siempre).

Saludos cordiales.

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