Lavado de cara

28 de Febrero del 2021 - J.J.J. Suárez González (Gijón)

Estos días el Rey Emérito ha entregado cuatro millones de euros, en una segunda entrega a Hacienda, para intentar regularizar su situación, evitar ser procesado y poder, así, volver a España. Al mismo tiempo, su hijo, el Rey Felipe VI, y una pléyade de periodistas y tertulianos, nos han recordado el servicio a España y a la democracia que Juan Carlos hizo durante el intento de golpe de Estado del 23F y nos han vuelto a pasar por las narices el famoso discurso de la madrugada del 24F que desactivó la asonada. Se trataría de seguir engañando a los españoles, a los que se ha hurtado la verdad del golpe de 1981, no exactamente la intentona del 23F, y de lavar la cara al emérito, para que pueda regresar a España. Sin embargo, nadie sabe de dónde ha sacado Juan Carlos el dinero que ha entregado a Hacienda y si su procedencia tiene también origen delictivo y los españoles empiezan a conocer, mal que les pese a muchos, la realidad del golpe de Estado de 1981, donde Juan Carlos no sería el héroe, sino el villano. Estos días algunos se han atrevido a volver sacar a la luz que el entonces rey de España quería cargarse al presidente Adolfo Suárez. Esas imágenes de los dos paseando juntos y de Juan Carlos pasando la mano por encima del hombro a Suárez eran engañosas y ni nombrándole duque, cosa que hizo, el ahora emérito podría reparar en una mínima parte lo que le hizo a Suárez y a la democracia. Se ha hablado mucho estos días también, como en todos los aniversarios del 23F, de las tramas civil y militar, pero de lo que no se ha hablado nada es de la trama extranjera, que esa fue la principal causa del golpe que le dieron al presidente Adolfo Suárez, no los asesinatos de ETA, no la situación económica y social, no las maniobras del "Búnker". En efecto, siempre se olvidan los sesudos analistas de que el presidente Suárez se negaba a que España entrara en la OTAN si la organización atlántica no cubría también la soberanía española de Ceuta y Melilla y de que también se negaba a reconocer el Estado de Israel hasta que, como exigía la ONU, los sionistas no devolvieran los territorios ocupados durante la guerra de 1967. Esas cuestiones fueron la perdición de Suárez, porque los servicios secretos de EE UU y de Israel supieron aprovechar muy bien el caldo de cultivo, el ruido de sables y a Juan Carlos para arrimar el ascua a su sardina. ¿A qué viajó Enrique Múgica a Israel en varias ocasiones? ¿De qué habló el conspicuo socialista con el general Armada? ¿Qué hizo durante los meses anteriores al golpe el embajador estadounidense en España? El único objetivo del golpe era apartar a Suárez, sin duda el mejor y más patriota presidente que ha tenido este país, del poder al precio que fuera. La trama, como ya todo el mundo empieza a conocer, comprendía instaurar un gobierno de "salvación nacional", ¿le suena?, al margen de las urnas, donde el presidente sería el general Armada y el vicepresidente Felipe González (otro pájaro que tiene a mucha gente engañada) y la operación se llamaba "operación De Gaulle" porque era una copia chusca de lo que se había hecho en Francia en los años 50 para evitar que los comunistas llegaran al poder. Sin embargo, algo salió mal, el teniente coronel de la Guardia Civil Tejero y su jefe, el teniente general Jaime Milans del Bosch, que había sacado los tanques a la calle en la capital del Turia, y también el "Búnker", se negaban a que se diera solo un golpe de timón, querían un golpe de Estado fascista en toda regla y cuando se enteraron de que el vicepresidente iba a ser Felipe González y que el general Armada, que sería el presidente del Gobierno, incluso iba a proponer ministros comunistas se enfrentaron a los que habían planificado tan minuciosamente la "operación De Gaulle". Pero, a fin de cuentas, el golpe de Estado ya se había dado, los golpistas habían logrado que Suárez dimitiera, que era de lo que se trataba, así que solo faltaba por desactivar la "tejerada" y a cuatro locos aventureros fascistas, que fue lo que hizo Juan Carlos y el jefe de la Casa Real, Sabino Fernández Campo. Leopoldo Calvo-Sotelo fue investido presidente y metió a España en la OTAN y Felipe González (recuerde usted la ignominia del eslogan "OTAN, de entrada no") ganó las elecciones un año después. Unos meses más tarde Felipe González reconocería el Estado de Israel. ¿Lavado de cara?, ni con lejía.

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