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La evolución permanente del universo

2 de Marzo del 2021 - José González González (Navia)

“Desde hace muchos años, de una cosa estoy plenamente convencido: el Universo entero a partir de su comienzo se encuentra en evolución permanente, sometido a leyes (impulso que llamo “tendencia a la perfección”) y cuya meta final es el ser humano. Mukhanov mantiene que desde el Big Bang este desarrollo se realiza conforme a leyes físicas y químicas; precisando en su entrevista con Stephen Hawking celebrada en Inglaterra que, existiendo leyes, tuvo que haber un legislador. En estos tiempos en que con tanto ardor se defiende la “eutanasia” deseo hacer un breve inciso para referir lo que opinaba este científico al respecto: “Yo estaba en Ginebra en el CERN, el gran acelerador de partículas, en el verano de 1985. Cogí una pulmonía y pronto fui al hospital. El hospital de Ginebra sugirió a mi esposa que no merecía la pena mantenerme vivo conectado a una máquina. Pero ella en ningún caso aceptó. Regresé al hospital de Addenbroke en Cambridge, donde un cirujano llamado Roger Grey me practicó una traqueotomía. Aquella operación me salvó la vida, pero se llevó mi voz”. Todo el mundo conoce que Stephen Hawking desarrolló todas sus teorías siderales, por las que fue considerado estrella de primera magnitud como científico, precisamente después de aquel relato. Para mí, sobra más comentario. La manipulación que se viene haciendo sobre grandes multitudes está llevando a la formación ciega y esclava de grandes “masas”. El problema no es nuevo. En el verano de 1958, tuve la suerte de “compartir mesa y mantel” durante un mes con un pintor alemán de arte moderno que se declaraba partidario de la escuela de París (cinco años más tarde me enteré de que era catedrático de arte moderno en una Universidad alemana). Nuestra conversación inicial, en castellano, que él dominaba, versó, como era lógico, sobre Dalí y Picasso. Admiraba a este último y lo consideraba el verdadero genio en la pintura vanguardista. Pasados los primeros contactos, ya con más confianza, le formulé la pregunta, obligada para aquella época a un intelectual alemán. ¿Cómo fue posible que la culta e industriosa nación alemana llegara a la monstruosidad de los campos de exterminio, con la participación de profesionales tan preparados como arquitectos, ingenieros, médicos, etcétera. La contestación, breve y rápida: “Fueron los nazis”. La sociedad se había convertido en “masa”, y “sin solución de continuidad” sentenció: “Y como tal respondió”. El detonante podía haber sido cualquier “charlatán de feria”. En este caso el “iluminado” Adolfo Hitler fue quien desencadenó la “marabunta”. Los españoles conocen a través de Ortega y Gasset ("La rebelión de las masas": “No saben otra cosa: linchan”) como actúan estos grupos. Cómo entienden y ejercitan “sus derechos”. Ahora bien, su creación no se debe a “generación espontánea”, convirtiéndose en necesario conocer las causas que lo originaron. Precisamente, hoy son los científicos los que sienten esa necesidad y buscan al autor del universo en el macrocosmos. Claro ejemplo lo tenemos en el economista, que no dudo pudo obtener pingües beneficios con su obra “Buscando a Dios en el universo”. En esos espacios donde se pueden dar hermosísimos espectáculos: galaxias, agujeros negros, gravitaciones, viajes espaciales, etcétera. Para mí es camino equivocado. La solución está en el microcosmos, donde los seres humanos posiblemente sean la más preciosa joya de todo el proceso de creación y su desarrollo encaja y cobra sentido. Severo Ochoa, que un día afirmaba: “He dedicado toda mi vida a estudiarla y no fui capaz de definirla, ni por qué ni para qué sirve”, refiere más tarde: una vida perfecta tiene que estar llena de amor... y respeto a los demás.

Yo no sé hasta dónde puede llegar, o alcanzar, la inteligencia humana, pero sí estoy seguro de que cualquier avance llegará solo a través de esta y será positivo si se sujeta a las normas éticas preestablecidas”.

Con gracias anticipadas, le saluda atentamente

José González González

Navia

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