Cruzar la frontera y jactarse de esquivar la contribución fiscal
Hace unos días se hizo viral la imagen de un joven repartidor que, durante el tiempo de espera para hacer la entrega de un pedido nocturno a un cliente, aprovechaba para estudiar un poco sentado en la calle bajo la luz de una farola, una circunstancia que ha dado lugar a ofrecimientos personales para ayudarle a finalizar los estudios. No obstante, el protagonista no se ve como un ejemplo o excepción a destacar, sino como uno más entre tantas personas que viven una situación parecida. Pues bien, parece consecuente que, en el caso de considerar que el Estado debe estar ahí para atender las necesidades educativas de la población, no se aplauda ni muestre complacencia ante la decisión tomada por algunos famosos de las redes sociales de optar por un cambio de residencia a un país vecino con el único propósito de pagar menos impuestos, pues las coberturas públicas quedan debilitadas o fortalecidas en función de los recursos existentes. ¿Cruzar la frontera y jactarse de esquivar la contribución fiscal en un momento de enormes dificultades para la nación es una acción digna de alabanza y reconocimiento?
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