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Pelear por lo nuestro, sin renunciar a lo nuestro

8 de Marzo del 2021 - Carmen González Casal

“Mujeres con Historia”, escribirlo fue una apasionante aventura. Adentrarme en la vida de cincuenta empresarias asturianas, meterme en sus cabezas, en sus motivaciones, en sus proyectos me llevó a constatar que la mujer es más capaz de llegar a lo personal, de tener una visión global de las situaciones, haciendo compatibles ámbitos completamente distintos de la vida, con gran sentido práctico y capacidad de negociar, de dialogar, de resistir, de encajar el sufrimiento, de humanizar.

Por eso cuando la mujer proyecta su propia esencia en las empresas, en los gobiernos o en cualquier otra actividad, la sociedad se enriquece, gana, suma con su visión y hacer. Mujer y hombre –iguales en derechos– son –por distintos– necesarios, también en la familia, donde el hombre tendría que asumir, de una vez por todas, la parte que le corresponde en la marcha del hogar, en los cuidados de los hijos, de sus mayores, etcétera. Es necesario un equilibrio de presencia, de implicación… Equilibrio que no se consigue solo a base de cuotas, que no es cuestión de miembras o portavozas, porque tan malo es darnos de bruces contra un techo de cristal –techo que por supuesto hay que romper–, como dejar que nos invadan teorías ideologizantes de género cuyo objetivo no es otro que implantar nuevos modelos de familia, de educación, donde lo masculino y lo femenino están abiertos a todas las opciones posibles. Teorías, leyes y manifestaciones con las que muchas mujeres, que defendemos firmemente nuestros derechos, no nos identificamos en absoluto. En este tema, lo que ahora es “políticamente correcto” me chirría y no quiero caer en esa demagogia.

SUMARIO: Sobre la necesidad de luchar por una sociedad equilibrada y justa

DESTACADO: Una estadística reciente demuestra que en la gestión del coronavirus los países gobernados por mujeres han tomado decisiones más efectivas para reducir el impacto de la enfermedad

Una estadística reciente demuestra que en la gestión del coronavirus los países gobernados por mujeres han tomado decisiones más efectivas para reducir el impacto de la enfermad: en Taiwán, Tsai Ing-wen; en Alemania, Angela Merkel; en Nueva Zelanda, Jacinda Ardern; Finlandia, Sanna Marin; en Islandia, Katrín Jakobsdóttir; en Dinamarca, Mette Frederiksen, y en Noruega, Erna Solberg. Una pena que, según la Unión Interparlamentaria y la ONU, a 1 de enero de 2020, solo 10 de los 152 jefes de Estado elegidos fueran mujeres, porque, con los resultados de estos siete países, igual la realidad de la pandemia hubiera sido otra.

Mirando al siglo VII a.C., a las culturas iberas y celtas de donde venimos, la sociedad era matriarcal y su vida giraba en torno a la mujer. Lo describe muy bien Ana Tortajeda en una entrevista en LA NUEVA ESPAÑA a raíz de su novela “La dama”: “Las mujeres eran empresarias, decidían en la casa, llevaban el negocio, elegían a los maridos entre los guerreros más fuertes, traspasaban su linaje a sus descendientes y ocupaban todos los cargos del gobierno en los llamados consejos de mujeres”. Sin embargo, ¡cuántos siglos relegada!

Un 8 de marzo de 1857 miles de trabajadoras textiles salieron a las calles de Nueva York para protestar por sus indignas condiciones laborales. En 1908, 126 mujeres y 43 hombres murieron en un incendio en una fábrica de camisas de Nueva York al declararse en huelga. Ellas buscaban reducir su jornada laboral a diez horas, un salario igual al de los hombres y unas condiciones dignas de trabajo. Dos años más tarde, por querer de Clara Zetkin, se proclamó oficialmente el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, en homenaje a esas mujeres caídas en aquella huelga. En España, en el último tramo del siglo XIX, mujeres como Concepción Arenal, Emilia Pardo Bazán y Rosalía de Castro pelearon para defender cambios jurídicos y educativos. Clara Campoamor lo hizo por el sufragio femenino, que se ejerció por primera vez en 1933, en las segundas elecciones generales de la Segunda República.

Llevamos años en la brega. Sigamos peleando por lo nuestro, sin renunciar a lo nuestro. Aportemos nuestra esencia para construir una sociedad más humana. Que los “cantos de sirena” de quienes manipulan la verdadera imagen de la mujer no nos disuadan de un objetivo: equilibrar derechos de mujeres y hombres, flexibilizar horarios, equiparar roles, presencia, implicación… Solo una sociedad equilibrada será más justa y habitable. ¿Avanzamos? Sí, pero no nos confiemos, ¡queda mucho por hacer!

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