Sahara termosolar y de esponja de hierro
El sueño de futuro está en el Sahara: si es que alguien quiere apostar. Porque la pesadilla es calentar plástico.
El Sahara Occidental fue reclamado por España y se comenzó la construcción de Villa Cisneros en 1885. En la guerra de Ifni (1957) España defendió el Sahara Occidental. En los acuerdos de Cintra (1958) cedió a Marruecos el territorio saharaui de “Cabo Juby” (excluyéndose Sidi-Ifni). Entonces España unificó “Saguía el Hamra” y “Río del Oro” como una provincia española. La bandera española se arrió en Sidi-Ifni en 1969, en El Aaiún en 1975, y en Villa Cisneros en 1976, siendo sustituida en este último enclave por la bandera mauritana. Los saharauis no son bereberes, hablan español como lengua oficial y tienen su propio dialecto árabe. Han luchado por su independencia como Movimiento de Liberación del Sahara (1960), y luego como Frente Polisario (Frente Popular por la Liberación de Saguía el Hamra y Río de Oro). Ahora la RASD (República Árabe Saharaui Democrática) es miembro fundador de la Unión Africana y está reconocida plenamente por ella. Sin embargo, no está reconocida por la UE, que sí reconoce a Argelia y Mauritania. Así que, dada la idoneidad del entorno para la energía termosolar, la instalación de un Centro Europeo (o español) de Investigación y Formación de Energía Termosolar en Tinduf (Argelia) podría ser la punta del negocio. Estaciones termosolares permitirían abastecer de energía a las minas mauritanas de hierro de la zona y facilitar su transporte a la costa (Nuadibú y La Agüera): tanto de la energía como del mineral. Allí habría electrolizadores para la obtención de hidrógeno verde y plantas de siderurgia de hidrógeno para convertir el mineral en esponja de hierro. Sería una zona estratégica de hidrógeno y esponja de hierro para Europa mediante alianzas. Luego las acerías europeas con sus coladas continuas reciclarían chatarra junto a la esponja de hierro, y los trenes de laminación abastecerían para que la industria proveyera de estructuras y tecnología al proyecto termosolar del Sahara.
Las empresas (asturianas a ser posible) si se interesaran por el negocio energético del Sahara tendrían la ventaja del pueblo saharaui, que habla español. Este proyecto podría retener allí a la emigración africana al facilitarles empleos y formación en Tinduf. La esponja de hierro sería el valor añadido de la minería y se exportaría junto al hidrógeno. El Musel podría ser receptor logístico de esponja de hierro e hidrógeno. Luego serían las acerías eléctricas (que aún no tenemos en Asturias) y los trenes de laminación, clientes y proveedores en medio de este magno proyecto.
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