La corona con virus
A tenor de las irrespetuosas y siempre tergiversadas informaciones contra la Corona de España y, como consecuencia, al jefe del Estado, se puede afirmar que otro virus pretende tambalear la Monarquía, sin que nadie –salvo alguna excepción, pues en España no existen afortunadamente partidos monárquicos– se preocupe de inmunizar a la Casa Real contra quienes a la par que el covid-19 también inocularon el corona-virus, en su rama monárquica.
Si el primero y más letal de los virus se generó en la China comunista, el otro lo generaron –igualmente comunistas– con la salvedad de que este último se elaboró en la Comisión del CNI (Centro Nacional de Inteligencia), donde Pedro Sánchez, aprovechando ladinamente un decreto ley sobre ayudas para los afectados por el covid-19, blindó a Pablo Iglesias como miembro de la misma. Casualmente, y a la vez que el virus chino asolaba España, el virus monárquico se multiplicó entre los antimonárquicos, los republicanos, los antisistema, los bolivarianos, los populistas y los comunistas, más fundamentalistas.
Así las cosas, se intenta reabsorber la pandemia y su pésima gestión, por un lado, y el desprestigio a la Corona por otro, utilizando a esta última como señuelo para desviar hacia el camino de la impunidad política y judicial, todos los actos susceptibles de ello. Y a diferencia de aquel momento histórico (desastre de Annual) que Indalecio Prieto se encargó de denunciar, investigar y judicializar hasta sus últimas consecuencias (incluido al rey Alfonso XIII), hoy se irán “de rositas” intentando aprovechar la ocasión, para “equilibrar la balanza”. Y es que quienes tienen como libro de cabeza “El Capital” (aunque no hayan pasado de la primera página), a Cuba como ejemplo, a la Revolución francesa como modelo, y a la América Latina como campo experimental, conocen muy bien cómo pescar “en río revuelto”. Lo hicieron en 1931, 1934 y 1936, hasta llevar al socialismo, de la mano de Largo Caballero, al exilio más vergonzante ya que dejaron en las cárceles españolas a “compañeros” como Julián Besteiro, y otros que no han podido o no han querido ni escapar, ni eludir sus responsabilidades.
Pero esta historia reciente de la izquierda no ha cambiado en sus fines, pero sí en sus medios. Y hoy los medios, gracias a otro “Largo Caballero” pero con muchas menos luces, tienen los medios más influyentes del Estado español: el ejecutivo, el legislativo, el judicial, y el CNI, sin olvidar el 5.º poder: los medios de comunicación. Por tanto, no es casualidad, ni mucho menos de extrañar, las campañas contra la institución de la Corona, que hizo posible las libertades en España. Esta y no otra es la forma de Estado que democráticamente elegimos los españoles. Y si alguien no hubiera nacido, ni participado, no es excusa para cuestionar la legalidad del jefe de la Casa Real, y Rey de España, lo que conlleva ser a su vez jefe del Estado.
Si tal como parece se ha logrado una vacuna contra el coronavirus chino, solo nos queda el antídoto contra “el virus contra la Corona”; y esto es mucho más factible de conseguir que la del covid-19. Ahora sí, entre tanto y no, la mascarilla debe seguir siendo de uso obligatorio, para los Pedro y Pablo, y para el resto de palmeros, vividores y demás espécimen que les bailan el agua.
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