Mirar al cielo nos ayuda a tener esperanza
Este título va como anillo al dedo para autoanimarnos, después de llevar un año en esta situación de ¿contagiosa enfermedad? Ahora te encuentras desprotegida ante tanta insensatez y falta de buen juicio en cuanto a leyes, explicaciones y políticas de ayuda a todos los que lo han perdido, si no todo, casi todo.
Estamos en período de Cuaresma, un período de relajación y preparación ante la Semana Santa, unos 40 días que nos han de hacer reflexionar sobre cuál es el significado de este momento de silencio interior y concentración hacia dentro para ponernos delante de nuestros miedos, muchos; nuestras malas mañas, nuestras malas inclinaciones y hábitos, que, a veces, son demasiados.
Es el momento de crear una vida interior rica y productiva, alejándonos del mundo, las mentiras que nos rodean, solo meditando sobre lo que nos importa de verdad, nuestra familia, nuestros amigos, nuestro entorno. También es importante ser fuerte ante este panorama que nos lleva golpeando este largo, larguísimo año, tan elástico que parece un siglo o dos.
Quizá si nuestro corazón se llenara solo de buenos sentimientos y ganas de ser positivos, lo seríamos con todo el mundo, primero los que están cerca de nosotros, familia, amigos, vecinos, compañeros. El AMOR, con mayúsculas, el de verdad, no lo que algunos venden y otros compran ahora, nos libera de nuestros pecados, tristezas, incertidumbres e insensateces. Deberíamos ser como los niños, que nunca ven el peligro, ni la soledad, nunca desconfían de los demás. Se acercan a otros niños a ver si allí encuentran un corazón tras esa apariencia tan desafiante, dura y triste, y siempre encuentran el corazón del otro, simplemente porque tienen buena intención y un corazón libre, limpio y que mira al futuro con la alegría interior que tienen los más pequeños.
Hoy no voy a escribir nada que tenga que ver con la tristeza, el desamor, el odio o la incomprensión, solo con el AMOR, la belleza, la alegría y las buenas relaciones humanas. Si nos hiciéramos pequeños como los niños, nunca albergaríamos un sentimiento de odio, violencia o explotación hacia ningún otro ser humano, eso seguro.
Les dejo con unas palabras de Jesús hablando sobre la gente menuda y sobre lo que atesoran en sus almas, Jesús los pone como modelo de pureza, inocencia y gracia; Jesús a veces los cura, como a esa niña de 12 años, Talitha, “niña mía”, a la que resucita, y en la que están todas las niñas de ayer, de hoy y de siempre, que serán las mujeres fuertes, sensatas y desenvueltas del futuro. Sus palabras son estas, entre otras: “Quien recibe a uno de estos pequeños en mi nombre, a Mí me recibe, y quien me recibe a mí, no es a mí a quien recibe, sino al que me ha enviado” (Mc 9, 37).
Y con una guapísima canción sobre las acciones de los más pequeños, “que corren y huyen, como una brisa pasajera llena de recuerdos”, de la película “Días de vino y rosas”, la música es de Henry Mancini y la canta Pat Boone. La película era tan triste que te rompía el corazón, pero esos recuerdos de la niñez nunca desaparecen, siempre nos guían en nuestro camino, sea como sea. La belleza y la bondad siempre nos acompañan. Busquen el enlace de la canción, la pueden encontrar con subtítulos en inglés y español a la vez, van a recordar muchas situaciones buenas de su infancia, a pesar de lo que la vida nos lanza a la cara más de una vez. ¡Hala, con Dios! ¡Les deseo paz y bien, así que pórtense bien y pásenlo muy bien!
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