Jaque al Rey

8 de Marzo del 2021 - José María Rodríguez Valledor (Oviedo)

Quien espere encontrar en este escrito una defensa de la Monarquía que pierda toda esperanza. Mi opinión sobre la Institución Monárquica en el siglo XXI no puede ser más negativa. El simple hecho de que los descendientes de una familia, por el mero hecho de serlo, ostenten el derecho a ser incluidos en una lista sucesoria en la que cuando el Rey reinante muera o decida dejarlo, el que figure primero en dicha lista pase a ocupar el puesto que el anterior monarca deja vacante me parece completamente anacrónico. Ya puede ser esa persona, preparada o no preparada, inteligente o lerda, buena o mala, da igual, nada de meritorio hay en su elección.

Dicho todo lo anterior, vamos al caso que nos ocupa: en los últimos años y, particularmente, en los últimos meses, crece como una gran ola una campaña zafia, vulgar y desabrida que tiene por objetivo acabar con la Monarquía en España. ¿Y quiénes forman parte del núcleo duro responsable de esa campaña? Pues vamos a enumerarlos: comunistas, radicales de izquierda separatista catalana, ácratas catalanes, conservadores burgueses separatistas catalanes, separatistas con amplios lazos e incluso antiguas membresías del terrorismo vasco... En fin, juzguen ustedes...

No debemos, en ningún caso, obviar algo muy relevante: la propia monarquía, con sus vergonzosas actuaciones, ha cargado de munición las armas que ahora la apuntan. La obsesión del Emérito por el dinero, su sensación (real durante muchos años) de impunidad han dañado gravemente la Institución, pero lo que más la ha dañado fue su error garrafal: la abdicación.

Los reyes, como los papas, deberían dejar de ejercer sus cargos el día de su muerte, salvo gravísimo impedimento físico o psíquico. Muy mal aconsejado, el Emérito consintió en abdicar pensando que, con ese acto, quedarían absueltos sus “pecados” y podría seguir disfrutando de una vida de “vino y rosas” con el beneplácito y el aplauso general. Nada más lejos de la realidad.

Juan Carlos, el Rey emérito, tiene sus sombras, pero también sus luces. Su infancia y adolescencia, alejado de su familia, conducido políticamente hacia un objetivo, hizo de él alguien con una arrolladora personalidad, amigo de sus amigos, mal enemigo para sus enemigos, y portador de una costra que los años de experiencia han ido engrosando, y de la que carece su hijo, cuya infancia y adolescencia protegidas y carentes de riesgos y sinsabores, han conformado quizá una mejor persona que su padre, pero, indudablemente, alguien mucho más débil para afrontar los graves retos a los que ahora se enfrenta. Nada de lo que ahora está aconteciendo hubiese llegado a los extremos a los que se está llegando si la abdicación no se hubiese producido.

¿Y cómo debemos actuar aquellos que sin ser monárquicos asistimos al acoso y derribo de la Institución por parte de los ya citados?

Pues bien, en mi opinión, el acoso y derribo a la Monarquía reinante no es el objetivo último de las que a partir de aquí denominaré “las fuerzas del mal”. Su objetivo último se convierte en múltiples objetivos, como las denostadas bombas de racimo: unos, los separatistas, porque piensan que de la demolición del Régimen Constitucional de 1978 puede surgir la oportunidad de su anhelada separación de España. Otros, los ácratas (anarquistas), porque luchan contra toda forma de poder establecido. Y los comunistas, porque quieren demoler este Régimen Constitucional, para crear otro en el que puedan perpetuarse en el poder, dominando todos los hilos y contrapesos de este: el ejecutivo, el legislativo y el judicial, junto con el control sobre el cuarto poder, los medios de comunicación.

Es por ello que todos aquellos que no pertenecemos a “las fuerzas del mal”, es decir, “la gente de bien”, entre la que incluyo a un amplio espectro de la sociedad española, conservadores y progresistas, debemos defender el Régimen Constitucional del 78, Monarquía incluida, porque lo que realmente estamos defendiendo son nuestra forma de vida, nuestras costumbres, nuestras tradiciones y la integridad territorial de nuestra Patria, y no debemos dar ni un paso atrás en nuestro empeño, de eso se trata. Ya habrá tiempo, en el futuro, cuando la estabilidad e integridad de la Patria deje de estar amenazada, de contemplar otros cambios.

Cartas

Número de cartas: 49012

Número de cartas en Diciembre: 135

Tribunas

Número de tribunas: 2175

Número de tribunas en Diciembre: 3

Condiciones
Enviar carta por internet

Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.

» Formulario de envío.

Enviar carta por correo convencional

Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:

Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo
Buscador