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Carta al Excmo. Sr. Alcalde de Oviedo

8 de Marzo del 2021 - Justo Roldán Vidal (Oviedo)

Muy Sr mío:

He decido en esta misiva ejercer un derecho de aclaración y/o rectificación a sus manifestaciones sobre el uso del mirador de la Catedral de Oviedo, que este periódico hace públicas y suyas, en primera página. Y de ser ciertas, que no tengo por qué dudarlo, no puedo por menos, tanto por mi edad (mayor que la suya, o eso creo) como por la más experiencia en temas de ideología política, que conciernen al PP –antes AP–, en la ciudad de Oviedo, de la que usted es el máximo regidor, al figurar en las filas de ese PP, que algunos –reitero– hemos contribuido a desarrollar desde su fundación, pues en él, veíamos reflejados los valores del humanismo cristiano, la tradición occidental y la defensa de la fe católica, el hacerle a usted, y a quien tenga alguna duda al respecto, algunas consideraciones aclaratorias. Eso sí, sin restarle los méritos personales que usted tiene, y que también, no cabe duda, han ayudado a que Oviedo dejase de ser una ciudad social-comunista y hoy podamos todos, y me incluyo, ser beneficiados por ello. En este aspecto, le deseo a usted muchos años en la presidencia de la Corporación, y cuente para ello con mi modesta aportación, a pesar de la presente.

Dicho esto, me permito dirigirme a usted, y al resto de católicos con responsabilidades públicas, para recordarle que “al Cesar, lo que es del Cesar; y a Dios, lo que es de Dios”. Y los Templos, con mayúsculas (o con minúsculas, da lo mismo), se vienen edificando, desde hace más de dos mil años en el caso que nos ocupa, como lugar de oración, devoción, y –lo más importante– como “casa, guarda y refugio” del Santísimo. No tienen, por tanto, ninguna otra misión, ni ningún otro fin. Pretender “vender” a un turismo de dudosa religiosidad los edificios, o parte de ellos, dedicados al culto no es función ni de usted, ni del Principado, ni tampoco del Gobierno de España.

Sé, faltaría más, que muchas catedrales o casi todas tienen un componente arquitectónico, histórico y cultural de una validez incalculable. Pero sé también, y debe de saber usted, que compete a la Iglesia católica ordenar lícitamente y de acuerdo con el derecho canónico el uso, en sus dos facetas: es decir, desde la primera que es el culto, la adoración, contemplación y guarda de las “cosas” santas, a la otra, que sería la de facilitar el estudio y el conocimiento, en todas las ramas de saber, a las que pueda ser útil, sin que por ello pierdan un ápice su esencia, ni prive a los fieles del derecho a la oración, a los sacramentos y a las ceremonias eclesiásticas que en ellas deben realizarse. Y mucho, y más importante, a la custodia del Santísimo, que debe presidir siempre el Sagrario. Es la casa de Dios. Se ha hecho, para Él, y no parece que mercadear en ella –o con ella– sea el lugar, ni la forma más respetuosa.

No obstante, quiero pensar –y pienso– que lo más seguro es que yo haya interpretado mal la noticia. ¡Tal vez! Así y con todo, pienso que no está demás aclarar ciertas interpretaciones sobre los bienes eclesiásticos, y la causa y razón de su origen y su permanencia en el tiempo. Así, como su razón de ser y el uso para el que se construyeron.

Me viene a la mente una comparación, tal vez mal traída, lo admito, pero que, así y con todo, puede aportar un poco de luz a aquello que es público y a lo otro que es privado.

Y en ese recuerdo encaja perfectamente el Centro Asturiano de La Habana, que yo conocí, como invitado, en la calle Milicias esquina con Uría. Ese Centro, que fue el pionero del que hoy se encuentra en las faldas del Naranco, era y es –según creo– de titularidad privada, y a él solo pueden acudir aquellos que estén vinculados en la forma que sus estatutos contemplen. Pues bien, ¿se imagina usted, Sr. Canteli, que, dada su excelente situación geográfica, se instase a ofertarlo como “mirador preferente” de Oviedo? ¿Verdad que no se lo imagina? ¡Lógico! Pues verá, este ejemplo puede servir para que se comprenda mejor la diferencia entre lo público y lo privado, lo sacro y lo profano.

Termino: es cierto que “quien visita al Apóstol, y no lo hace al Salvador, visita primero al vasallo que al Señor”. Y eso es lo que se debiera fomentar, desde una óptica puramente espiritual. Y en ese Camino de peregrinación a Santiago tiene mucho que decir y aportar el Salvador, infinitamente mejor, que toda la vista que se pueda apreciar de Oviedo desde su alameda. Vista, por cierto, que usted puede sustituir por otra, y que puede ubicar en la Jirafa; lugar mucho más apropiado para el uso que usted propone.

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