La función de la cárcel
Ayer se publicó en este medio que en El Entrego se produjo un accidente de automóvil y el conductor llevaba una tasa de alcohol en sangre seis veces mayor de lo permitido.
Si en cualquier delito, el hecho de que el protagonista esté bajo los efectos del alcohol o drogas representa un atenuante, entiendo yo que soy lego en leyes, pero experto en sentido común debido a mis muchos años pateando este mundo, al conductor implicado sería de rigor indemnizarle, pues tiene la alforja llena de atenuantes.
Esto ocurre porque hay leyes pensadas para favorecer al delincuente, primero que al ciudadano respetuoso con sus obligaciones legales. Lo vemos todos los días con la pasividad legal en la ocupación de viviendas. Veamos ejemplos:
Si un presunto asesino consigue que no aparezca el arma, resulta un atenuante, por lo que la ley le empuja a hacerla desaparecer.
Si un presunto asesino, consigue que no aparezca el cadáver, resulta favorecido por un atenuante, por lo que la propia ley le anima a ocultarlo.
Y la última, considerar que el fin del encarcelamiento es la reeducación del delincuente es un cuento de hadas. A nadie se le ocurre encerrar a un estudiante para que aprenda ecuaciones diferenciales con un grupo de analfabetos.
La cárcel sirve para que el delincuente no siga delinquiendo, para que pague su deuda con la sociedad y para que sirva de disuasión a los posibles imitadores.
Esa debe de ser su función, lo demás, cuento de hadas, como ya expresé.
Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.
Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:
Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo