Un mal principio adeuda un final
Como nefasta premonición se me quedó clavada una frase inadecuada que, en 1983, oí decir al presidente de una asociación de empresarios cuando vio la pizarra de un aula de automatización neumática: "Esto está bien para mis hijos, pero no para mis trabajadores". La premonición era clara; cuando se nos cayera el maquillaje, la disyunción sería dura: automatización o extinción industrial. Si hay robotización, hay productividad y riqueza para otras actividades, pero si no la hay: desierto industrial, retraso, y pobreza. China en 1983 no era nada, y pasó de procesos hipermanuales baratos, a procesos superautomatizados con gran valor añadido. Ahora leo en el diario una frase adecuada: "Es peligroso volcar todas nuestras expectativas en los fondos de recuperación, porque en ningún caso van a ser el bálsamo de los problemas de la industria asturiana. Podemos tener muchos y muy buenos proyectos, pero si no se corrigen los problemas estructurales de Asturias, la capacidad de aprovechar los fondos se va a ver mermada". En ese mismo diario se establece que la cháchara es la diferencia entre el neandertal y el sapiens; pero el sapiens también se caracteriza por imaginar y crear. Ahora, en Asturias toca imaginar y crear. "El Génesis no se equivocaba": el sapiens quiso ser creador. Tampoco Korzybski con su frase: "¡No lo digas, hazlo!". Ese es el problema.
Asturias dejó de decidir su destino: conservó la siderurgia obsoleta privada, pasándola a Uninsa y de ahí a Ensidesa, acabando en multinacionales; e hizo lo mismo con el kW-térmico autóctono, que acabó en descarbonización. La izquierda olvidó que se precisaba una reindustrialización en sectores automatizados para la fabricación de componentes y tecnología con gran valor añadido, y luchó por conservar: chapa, trabajador manual, carbón, y picador minero de Hunosa. La derecha se amoldó a contratos desde y para esas empresas, y a los fondos de la Administración que maquillaron la región, dejándola arreglada para no tener futuro. Asturias siguió con sus primeras transformaciones. Ahora toca: imaginar, crear, e ir a otro tipo de inversiones quizá más arriesgadas, pero con mejor valor añadido. Veamos: ¿Tenemos empresas dispuestas a construir góndolas completas de turbinas eólicas, con transmisión oleohidráulica al generador? ¿Alguna está dispuesta a construir rotores con palas pivotantes? ¿Alguna los generadores? ¿Alguna los electrolizadores? ¿Alguna a diseñar y construir plantas termosolares en el Sahara? ¿Alguna algo de todo esto, aunque sea con "know how"? ¿Está la Universidad vislumbrando el futuro para formar emprendedores, siendo el conocimiento fiable, amigo y permanente de las empresas que arriesgan por Asturias?
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