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Divagando para no pensar

11 de Marzo del 2021 - Rufo Costales (Oviedo)

Impactante encuentro esta mañana con mi amigo Borjamary, deseoso de contar detalles de su triste vida, mientras paseaba a sus dos perros: “Nico”, un boston terrier con la bufanda del Atleti, y “Terry”, un golden retriever de pelo liso.

Taciturno, avergonzado y depresivo, empezó por contarme que se había comprado una muñeca sexual con inteligencia artificial (I.A.), y la muy golfa se le había ido con otro.

Esta mañana se había levantado de mejor humor y había decidido irse a la pelu, empeñado en hacerse mechas, como el Rubius antes de emigrar a Andorra, sin reparar en que él, tras una alopecia galopante, está totalmente calvo, problema que le ocasiona muchos complejos que en la actualidad procura combatir con un nuevo medicamento, no suficientemente testado, pero seguro y milagroso (PlaXcebum Inuthilix -10 se llama), con imperceptibles efectos secundarios, que promete la generación de abundante mata de pelo en bucle, en tiempo récord, aunque, hasta el momento, no le ha salido ni uno solo.

Eso sí, la estilista le había ofrecido cubrir media cabeza calva con unas extensiones de poliéster coloreado, modelo WorldPride, espectaculares y sumamente llamativas, pero Borjamary, víctima de su complejo, dedujo que estaba siendo objeto de burla y, enojado, pensó en tomar las de Villadiego.

Recordó entonces que había quedado con su novia, una monja budista de vacaciones en España (sin visado de vuelta), para acudir a una reunión solidaria que concluiría con un buffet insumiso compulsivo a base de croquetas de pitu de caleya y pinchos de tortilla, regado con un Vega Sicilia de Ribera de Duero, y no era cuestión de perdérselo.

Me contó que el acto central, con la actuación estelar de “Barricada”, y Pitingo de telonero, era una propuesta a la ciudadanía para que, voluntaria y desinteresadamente, hiciera una aportación pecuniaria (crowdfunding lo llaman), con el objetivo último de regalarle al Sandokán de Galapagar, un ejemplar del mítico caballo mongol de Przewalski, bautizado como “Perversus”, con tanto porte y prestancia como los caballos Incitatus u Othar de otros no menos ilustres y laureados personajes de la historia como Calígula o Atila.

El regalo de “Perversus” era una petición expresa del pueblo oprimido por la casta, resultante de una perversa iniciativa parlamentaria de partidos rompehuevos de ultraderecha, así como un reconocimiento por la inesperada y “abundante” cosecha de votos del partido podemita en Cataluña y anteriormente, en Galicia y País Vasco.

El propio Iglesias, considerado como un “escollo” por sus socios socialistas, se encargaría, con una política social, constructiva, útil y sensata en beneficio de España y los españoles, de promocionar a su caballo a senador (como hiciera Calígula con “Incitatus”), con un suculento sueldo anual, en ningún caso inferior a los 51.946 euros pagados a la “cuidadora” de sus hijos, y a cargo naturalmente de todos nosotros, que, como él mismo dijo, estamos “ansiosos por hacer patriotismo fiscal, pagando más impuestos”.

El premio incluía un certificado de vacunación contra el covid y una invitación (con cláusula de “no retorno”), a galopar indefinidamente, melena al viento, por la estepa siberiana, en la frontera con Mongolia, cerca de los “suyos”, integrado, como un cowboy siberiano más, en el pueblo de pastores nómadas conocidos como los Nenets.

Bueno..., vale, me rindo; he de reconocer que el deprimido soy yo, y no Borjamary, lo confieso; además para escribir este artículo he fumado una mezcla de muchas cosas que he encontrado en una fábrica abandonada de insecticidas, mientras contemplaba impasible a decenas de personas con mascarilla, paseando tranquilas como vacas hindúes, ajenas al impacto del agujero negro en que se ha convertido nuestro país dirigido por bandas organizadas de personajes que se dicen políticos, y que, en realidad, solo son gente monstruosamente genocida, satánica, psicópata y mala, que han venido a medrar y sacar provecho de ciudadanos incultos, pobres e inanes, indigentes mentales, merecedores, en todo caso, de todo lo que nos pasa y de todo lo que está por pasarnos.

Estoy deprimido y olvidé la medicación, perdone.

Saludos cordiales.

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