Derecho a no estar bien
Los jóvenes estamos constantemente reclamando derechos. El derecho a una vivienda y a un salario digno, el derecho a cuidar nuestro planeta, el derecho a ser mujer y no morir por ello... no nos cansamos. Nos gusta pedir lo que queremos, y lo queremos ya. Ahora nos ha dado por exigir poder estar mal o, dicho de otra forma, no estar bien. Los no-jóvenes se sorprenderían si supieran cuántos de los nuestros van a terapia, cuántos nos cuentan cada mes que se medican o cuántos han sido diagnosticadas con ansiedad y depresión recientemente. Es escandaloso. Entonces, ¿por qué pedimos estar mal?
Por un lado, nos hemos cansado. Ya no tratamos como un tabú las enfermedades mentales. ¿Eso es un caramelo o un lexatin? ¿Vamos de compras o tienes psico? Lo que no se nombra no existe y lo que se nombra se normaliza. Por eso nos cuesta tanto tratar estos temas con personas que prefieren decir que su hijo se ha roto una pierna antes que está en tratamiento por una bipolaridad tipo II. No nos escondemos, es más, aceptamos nuestro padecimiento psíquico como una parte fundamental de nuestro día a día.
Aunque a veces nos enfadamos. A las jóvenes nos cabrea casi todo y nos escandaliza todo. La "juventud revolucionaria" (o "revolucionada") no acaba de entender por qué la salud mental es una medicina de segunda. No comprendemos que nuestra única opción sea la sanidad privada si queremos un seguimiento continuo. No asimilamos que en diez minutos de entrevista se solucione un trastorno con una pastilla mágica. No es que no confiemos en la medicina, no confiamos en el sistema.
Y la manera en la que vivimos nos hace desconfiar. No podemos estar mal, ¡estamos en la mejor época de la vida! Ya saben, solo tenemos que seguir el tranquilo ritmo académico, la actividad frenética de las redes sociales, la vida relajada que la pandemia que nos ofrece, las relaciones de amistad a distancia de seguridad... Un sinfín de actividades que hacen de nuestra existencia un goce absoluto, ¿por qué podríamos estar mal? ¡A saber! Pero aunque no lo averigüemos, de momento no estamos bien, así que seguiremos reclamando nuestro derecho a no estarlo. Cosas de jóvenes.
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