Seda roja
Bravo por “Jaque al Rey” que firma en esta sección de LNE, el pasado 8, el señor Rodríguez Valledor. Mi discrepancia en dos puntos concretos no me impide estar de acuerdo con la argumentación central del texto, implacable por impecable. No creo que la abdicación de Juan Carlos haya sido un “error garrafal” simplemente por aquello de que “Los reyes, como los papas, deberían dejar de ejercer sus cargos el día de su muerte”. El deterioro de la reputación de Juan Carlos se había hecho incompatible con el decoro exigido en el desempeño de las funciones reales. La abdicación de Ratzinger, por el contrario, fue un ejemplo admirable de la fortaleza moral sobreponiéndose a la fragilidad física.
El carácter “anacrónico” de las monarquías lo desmienten los hechos: los estados monárquicos de la UE tienen un funcionamiento tan eficaz y democrático como los republicanos. En la monarquía española de esta segunda restauración la Corona viene ejerciendo un arbitraje institucional constitucionalmente incuestionable, en elocuente contraste con los espasmódicos experimentos republicanos del siglo pasado. Si es obtuso querer arreglar lo que funciona, lo es más pretender sustituirlo por algo de resultado incierto.
Este disentir parcial en materia opinable refuerza, sin embargo, el mensaje central de Rodríguez Valledor: “La campaña zafia, vulgar y desabrida que tiene por objetivo acabar con la monarquía en España” está protagonizada por comunistas y por separatistas de izquierdas y de derechas. Unos y otros buscan derribar a la monarquía porque les estorba; a los separatistas, en su anhelada separación; a los comunistas, en su designio de acaparar el poder con jueces afines y el control de la economía y de la prensa.
Argumentando a pari, podemos añadir que los que atacan a la Corona porque les estorba son los mismos que apoyan a Sánchez porque les beneficia. Esa mancomunidad de intereses letales para el bien común de los españoles se nos vende envuelta en el “papel regalo” de “un Gobierno rotundamente democrático”. Pero por roja que sea la seda que viste a la mona... mona se queda. El alquiler que urge limitar es el que paga Sánchez por la Moncloa.
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