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Deserción en Rodiezmo

13 de Agosto del 2010 - José Antonio Gutiérrez González (Piedras Blancas)

Como si no hubiese cosas más importantes de las que preocuparse, se está hablando insistentemente del mitin que nuestro señor presidente del Gobierno no dará este año en la explanada de Rodiezmo. Desde las filas del PSOE se dice respetar la decisión de Zapatero, pero a la vez se piensa que para llenarse la cara de vergüenza es suficiente con lo que está en la calle: enorme crisis, extraordinario paro y, asimismo, las ganas de muchísimos compatriotas de exiliarse convencidos de que España está siendo gobernada por un personaje negligente y mendaz.

Y, colocada a un lado la izquierda de verdad (no está de cartón piedra que exhibe actualmente el PSOE), con sus nostalgias de los adeptos de Manuel Azaña, impartiendo lecciones de humanismo y no de doctrina. Como digo, en la calle se está hablando de la fiesta de Rodiezmo. Pero ellos, los importantes, charlan más de Cataluña, del posible pacto con el PNV, y de..., que de los mineros jubilados, porque el presidente Zapatero desde la no asistencia ya no puede mirarlos a la cara.

Floreció en el Levante español un canto popular derivado del flamenco, llamado la taranta y creado por andaluces que trabajaban en las ruinas de Andalucía y Murcia. Tiene letras sustanciosas pero un tanto duras, como éstas: «Minero pro qué trabajas / si no es para ti el producto / para el señor las alhajas / para tu familia el luto / y para ti la mortaja». Referida a la vida laboral de los trabajadores de interior acorralados por los desprendimientos de carbón y tierras y/o por el grisú. Siempre entre la oscuridad de la mina y la silicosis. Ciertamente, ya no quedan tantas minas en el sentido clásico, pero sí su simbología.

En Rodiezmo, geográficamente muy cerca de la Asturias «negra de minerales», que cantaba Víctor Manuel, a principios de septiembre se celebra cada año una fiesta típicamente socialista a la que, a modo de peregrinación, acude Zapatero buscando sus esencias entre una multitud de pañuelos rojos y puños en alto cantando la Internacional.

Pero este año no acudirá el presidente y ello parece una escapada en toda regla. Rodríguez Zapatero en épocas de bonanza económica asistía y sacaba más de un conejo de su repleta chistera para alegrar la velada al personal. De su arenga a los asistentes, casi siempre salía la promesa del aumento de las pensiones. Este año si viniera, lo único que tendría que explicar sería los motivos de su congelación. Los números jubilados tratarían de comprender -creo yo-, el cambio tan radical. En cualquier circunstancia límite, un político que se precie debe dar la cara.

Siempre se dijo que Nicolás Salmerón, presidente de la I República, dimitió por no firmar una sentencia de muerte, en cuya pena no crecía. Esto es ser coherente, pero eso con ZP no se estila.

Este año, aunque seguirá sonando la Internacional y los pañuelos rojos ondearán al viento, José Luis Rodríguez Zapatero no irá a Rodiezmo. Imposible pues una ficción completa.

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