Cuando uno se queda sin palabras
Ya hace bastantes años que he perdido... muchas, muchísimas. Me angustio cada vez que tengo que expresarme de viva voz. Y la desesperación se apodera de mí cada vez que las necesito para desarrollar las ideas en mi mente o en el PC.
Sin duda he perdido mucho más de la mitad de mi vocabulario. Si ahora mismo estoy escribiendo es porque, habiéndose ido las palabras, soy consciente de que en algún momento las he tenido y, aquí, frente al ordenata, mis dedos se quedan en el aire a la espera de que acudan las que necesito. A veces lo hacen por las buenas, aunque siempre sean malas, pero que vienen por sí mismas, quiero decir. Otras, sin embargo, tengo que desistir de la espera y acudir a la búsqueda de sinónimos o al diccionario ideológico, por ejemplo.
Como he dicho, esta pérdida de palabras viene de unos años atrás, evidente deterioro causado por la edad, mas hay otra circunstancia que, como a todo el mundo, creo yo, me deja sin palabras: el repentino hecho o dicho insólito.
En este instante me ha surgido otra causa: la simple visualización de cualquiera de los actuales gobernantes, especialmente la de Pedro, Pablo, Irene, Ávalos, Lastra... Se me alarga mucho la lista.
Lo que quiero decir es que el desesperado cabreo que me producen estos tíos/as y, sobre todo, el saber que están donde están debido al voto de la mayoría de españoles es algo que me ahoga y, evidentemente, hablar ahogado...
El caso es que este elemento, cuya maldad, por falta de pecho, ha de tenerla acumulada en la espalda, de ahí su convexidad, pienso yo, arranca su candidatura a la Presidencia de la Comunidad de Madrid para, según él, "cumplir con el deber, moral y ético, que ya es un clamor, de detener a estos delincuentes y criminales que reivindican la dictadura y el terrorismo de Estado".
Y eso. Que entre las que se me han ido por culpa de tan desmesurados atrevimiento y desfachatez y las que me da miedo usar por temor a una posible ley que me penalice por ello, no tengo palabras.
Otra idea provoca mi curiosidad y temor en este momento. Esta gentuza no oculta mucho. Al menos, no lo suficiente como para no adivinar adónde quieren llevar a España y a, no se olviden que España es, sobre todo, los españoles. Así pues, está claro, no sería muy exagerado decir que las elecciones de Madrid, posiblemente, serán definitivas para conocer, de una vez por todas, la idiosincrasia del pueblo español.
Lo que es a mí, la simple idea de confrontar a Pablo Iglesias con Isabel Díaz Ayuso,
la imagen, lo que cada uno dice, lo que cada uno hace... Aún como supuesto negado, sería, por lo visto va a ser, una aberración mayúscula que solo podrán borrar los madrileños votando, unánimemente, por Isabel.
Amén.
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