Estirando el chicle
"Hay que estirar el chicle de la corrupción", arengaba a la militancia en armas el camarada Conesa, secretario general de la Pesoe de Murcia. Cualquiera diría que se repartían la liga para atrapar malvises. Calificar de "chicle" a la corrupción es ya descalificarla. ¿Se imaginan hablando del "chicle de los ERE", 700 millones en chicle? Si además el chicle lo hay que "estirar", es reconocer que hay poco. Con todo y con eso, al camarada Conesa se le atragantó el chicle porque, el de la corrupción, lo tenía en la boca: investigado por prevaricación.
Lo mismo que sus colegas, el delegado del Gobierno y el secretario de organización, investigados por unos dinerillos dudosamente lucrados a su paso por el Ayuntamiento de Calasparra: con 30.000 euros de chicle no habría necesidad de estirarlo. Sobre esos tendales decidió la hacendosa Arrimadas poner a escurrir la colada de la regeneración. "La Virgen lava pañales y los tiende en el romero. Los pajarillos cantaban y el agua se iba riendo..." Hay coartadas heroicas que pueden salvar del crimen. Por ejemplo, la de la dama honorable y casada que, bajo juramento, declara en el juicio: Pepe no puede ser el asesino porque a la hora en que se cometió el asesinato Pepe estaba conmigo... en la cama.
En cambio, la extemporánea arrimada de Inés al sanchismo llega cuando Sánchez hace tiempo que consumó todas las tropelías que, en materia de nacionalismo, los de Cs consider(ab)an criminales: con los del golpe llega al poder, con ellos aprueba los Presupuestos, pone a los presos en manos de la Generalidad, obliga a la Abogacía del Estado (que no del Gobierno) a rebajar la "rebelión" a "sedición" (algo sabe de esto el señor Bal), manosea el CP para dejar la sedición en algo equivalente a "aparcamiento indebido", tiene decidido el indulto (a falta de concretar la fecha), está coaligada con un partido que defiende la autodeterminación y la inmunidad parlamentaria de los huidos, asimilados a "exiliados republicanos". Con este Cs de Inés no hacen falta Rufianes.
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