Usted primero, señoría
Hace unos días, el médico epidemiólogo y vacunólogo Amós García Rojas aprovechaba su cuenta de Twitter para proponer una manera de recuperar la confianza de la población después de la alarma ¡trombótica! de la vacuna de AstraZeneca: “Tras todo lo acontecido con la vacuna de Oxford, hay que volver a generar confianza en la misma. Y creo que una estrategia acertada sería la de que nuestros políticos, todos, contribuyeran vacunándose, con luz y taquígrafos. Ahí lo dejo”.
Y ahí lo dejó, sin que ninguno de esos políticos, a quienes iba dirigido el mensaje, tomara el testigo y contribuyera a la consecución de la tan deseada inmunidad de rebaño (antes “inmunidad de grupo”), más alcanzable si los cerca de 400.000 servidores públicos de primer nivel hubieran optado por dar ejemplo, siendo los primeros en ofrecer su brazo como diana de la aguja percutora de la jeringuilla... ¿Con luz y taquígrafos, dice?
Comprendo que sus señorías prefieran aprovecharse de la bonhomía, conocimientos y buen gusto gastronómico del señor presidente, quien, a pesar de confundir el jamón serrano con el jamón de bellota, en plena pandemia 2020, sin actos públicos, tuvo a bien prescindir de 6.063 euros para comprar y degustar jamón de bellota “5 jetas” (5 Jotas quise decir), en actos en la Moncloa, y no pasar el oprobio de muchos españoles en las colas de Cáritas.
Aun así, resulta llamativa la falta de entusiasmo de sus señorías (tanto de izquierda como de derechas) que... ah, que se han leído las solicitudes de patente, donde, en vez de llamarlas por su nombre teórico (vacunas), las llaman “terapia de modificación genética”, acojona, les ha sonado a chino, nunca mejor dicho, y han dado la callada por respuesta. Vaya, vaya.
Pero, vamos a ver, ¿no eran totalmente seguras las vacunas? Sería chungo que al final sean “Los Chunguitos”, de los hermanos Salazar, quienes tengan razón. Muchos de los que participan en este foro recordarán (venga, no se quiten años) a este “visionario” grupo gitano español de rumba cuando, allá por el 1977 (hace 44 años nada menos), ya pedían, con palmas y guitarra, ponerse la vacuna a la que llamaban por su nombre castizo, veneno, porque antes preferían morir por la vacuna, que vivir con el covid... Lo decían bien claro: “Dame veneno que quiero morir, dame veneno. Antes prefiero la muerte que vivir contigo, dame veneno...”. Ya ven, “Los Chunguitos” maridando con la AstraZeneca.
Hace un par de días me encontré a un amigo autónomo preocupado, pendiente de la segunda dosis. Cruzamos un par de frases:
-Venga, chaval, ¿por qué te preocupas?, los de Oxford han dicho que “es mayor el beneficio que el daño que causa” -le dije.
- Uff, me preocupa que nuestro sabio refranero español tenga razón cuando dice que “es peor el remedio que la enfermedad” -me contestó.
Decía Charles Chaplin: “Nunca te olvides de sonreír, porque el día que no sonrías será un día perdido”.
Saludos cordiales.
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