El comandante Franco
A las 4 horas de la madrugada de día 22 de julio de 1921 la I y la II Banderas del Tercio de Extranjeros (la Legión), que estaban acantonadas en el campamento de “Rokba el Gozal” (cabila de Beni Aros en Yabala, zona occidental del Rit, Protectorado de España en Marruecos), recibieron órdenes de salir a la mayor urgencia posible en dirección a Ceuta donde habrían de embarcar rumbo a la ciudad de Melilla.
La I Bandera al mando del comandante Francisco Franco fue la primera en emprender la marcha seguida de inmediato por la II Bandera al mando del comandante Rodríguez Fontanes. Después de más de cuarenta horas de una marcha forzada sin apenas tiempo para descansar, los soñolientos y agotados “peludos” (como llamaban a aquellos primeros legionarios) sobre media tarde del día 23 de julio alcanzaban la ciudad española de Ceuta. Con el tiempo justo para terminar la carga del material y ganado las compañías embarcaron en el buque “Ciudad de Cádiz”, que emprendió la singladura hacia Melilla al máximo de la potencia de sus motores.
Ante la insistente solicitud de auxilio por parte de la Comandancia General por la inminente llegada de “los rifeños rebeldes” capitaneados por Muhammad ibn Abd el Krim al Khattabi a la cima del monte Gurugú y cerros próximos, el Ministerio de la Guerra tomó urgentes medidas. Llegaban “los rebeldes” procedentes de las cabilas en rebeldía como la de Beni Ulixek (Axdir, residencia y cuartel general de Abd el Krim); cabila de Tensaman (posición del monte Abarrán aniquilada por “los rifeños rebeldes”); cabila de Beni Ulixek (donde estaba ubicado el campamento de Annual): entre otros. Llegaban “los rebeldes” ávidos de venganza y sedientos de sangre después de haber asolado todas las posiciones españolas y devastado a su paso todas las ciudades levantadas por los españoles, pretendiendo ahora entrar en la ciudad española de Melilla para dedicarse a una nueva orgía de muerte y de desolación.
Siguiendo las instrucciones recibidas desde el Ministerio de la Guerra, sobre las 8 horas de la mañana desembarcó en el puerto melillense un batallón del Regimiento de la Corona, procedente de Almería, bajo el mando del teniente coronel Eduardo Barrera. Nada más desembarcar las compañías empezaron a desfilar por el centro de la ciudad acompañadas por una debilitada banda de música que había quedado en la ciudad, con el propósito de levantar el ánimo de los melillenses, que habían abandonado sus casas refugiándose tras las altas murallas de la ciudad antigua (“Melilla la Vieja”) o embarcando en los barcos de pesca y en pequeñas lanchas a remo que había en el puerto para dirigirse a las costas sureñas peninsulares en busca de la salvación. Las compañías del citado regimiento recién desembarcadas se dirigieron hacia el “Zoco el Hadf’ de la cabila de Beni Sicar, que se extendía al norte de la ciudad española, para auxiliar a los rifeños de la citada cabila, quienes al frente de su caíd Abd el Kader Hadj Tieb aguantaban a duras penas a “los rebeldes” que pretendían entrar en la ciudad. La única cabila que luchaba en favor de España.
Sobre las 14 horas de ese mismo día 24 de julio desembarcaron las dos banderas del Tercio con su banda de cornetas y tambores al frente del teniente coronel Millán Astray, jefe del Tercio de Extranjeros, y de los comandantes Francisco Franco y Rodríguez Fontanes. Los “peludos” iniciaron el desfile por las calles céntricas de la ciudad, donde les esperaba una enloquecida muchedumbre agolpada en las aceras, en las plazas y en los balcones. Las mujeres se acercaban para abrazar a los legionarios y algunas madres llorando desconsoladamente les rogaban que buscasen a sus hijos que se encontraban en las posiciones arrasadas por “los rifeños rebeldes’’. Al llegar a la Comandancia General las compañías de la I Bandera al mando del comandante Francisco Franco se dirigieron hacia las faldas más orientales del monte “Gurugú”, enfrentadas a la propia ciudad, desplegándose entre los Lavaderos (Compáñía Minera del Norte Africano) y la Posada del Cabo Moreno, estableciendo el puesto más avanzado en la colina de “Ulad El Arbi”. La II Bandera al mando del comandante Rodríguez Fontanes se desplegó por los alrededores de Rostrogordo en apoyo de la cabila de Beni Sicar, que luchaba contra “los rifeños rebeldes” de las cabilas sublevadas de Beni Sidel y de Beni bu Gafar, entre otras. En el atardecer de ese mismo día 24 desembarcaron en el puerto melillense los dos tabores de “Regulares de Ceuta” al mando del teniente coronel Santiago González Tablas. El primer tabor se dirigió hacia Rostrogordo para complementar las operaciones emprendidas por la II Bandera del Tercio y el segundo tabor empre4ndió la marcha hacia las laderas del monte “Gurugú” donde estaba desplegada la I Bandera. Sobre las 22 horas llegaron al puerto y desembarcaron rápidamente los Batallones de Borbón y de Extremadura. Pasadas las 24 horas llegó el Batallón de Granada. Así continuaron llegando hombres y material con el paso de los días.
La noche del 24 al 25 de julio se mantuvo en calma y “los rifeños rebeldes” no hicieron acto de presencia. A media mañana de día 25 una columna formada por tropas de la I Bandera y el segundo tabor de los “Regulares de Ceuta” a las órdenes del comandante Francisco Franco realizó una penetración por territorio rebelde y consiguió asentar una posición en la cima del cerro Teguir Menin y otra en Aít Aixa. Para la defensa de esas posiciones quedaron destacadas dos compañías del Tercio, y un destacamento de la 2.ª compañía atravesando el barranco de Aller ocupó el fortín de Sidi Musa y la “Segunda Caseta” (apeadero del ferrocarril minero). La II Bandera se mantenía apoyando a los rifeños amigos de la cabila de Beni Sicar. Y así se inició la reconquista del territorio perdido en lo que fue el Protectorado de España en Marruecos, manteniendo el Ejército durante seis años una lucha sin cuartel contra “los rifeños rebeldes” capitaneados por Muhammad ibn Abd el Krim al Khattabi. Durante las operaciones que se fueron desarrollando con el paso de los días se reconquistaron Villa Nador, Segangan, las explotaciones mineras abiertas en las faldas de los montes de la cabila de Beni un lfrur, Zeluán Monte Arruit, entre otras. ¡y se salvó Melilla de caer en manos de los “rifeños rebeldes!
El día 26 de octubre de 1922 las compañías de “peludos” de la I Bandera al mando del comandante Francisco Franco asentaron a la bayoneta calada una estratégica posición en uno de los cerros del imponente macizo de Tizzi Assa y que con el paso de los días se habría de convertir en un auténtico infierno para las tropas españolas. El día 13 de noviembre por una serie de circunstancia presentó la dimisión como jefe del Tercio de Extranjeros (la Legión) el teniente coronel Millán Astray y poco tiempo después presentó la baja definitiva del Ejercito. Por esas mismas fechas el comandante Francisco Franco pidió el traslado a la Península siendo destinado al “Regimiento del Príncipe” en Oviedo. El día 5 de junio de 1923 murió en combate el bravo teniente coronel Rafael Valenzuela, nombrado nuevo jefe del Tercio, cuando sus legionarios pretendían tomar la “Peña Tahuarda” en el macizo de Tizzi Assa. El día 8 de junio de ese mismo año el Gobierno, con el apoyo del rey Alfonso XIII, ascendió al comandante Francisco Franco a teniente coronel y lo nombró jefe del Tercio... Y continúa la historia.
Hace unos días unas lágrimas corrieron por mi arrugado rostro (85 años) al ver como en Melilla unos operarios con una grúa y martillos rompedores, de forma grotesca y desconsiderada, rompían el pedestal sobre el que estaba apoyada la estatua del comandante Francisco Franco para depositarla en una caja y pienso que dejarla abandonada en algún almacén municipal. Esa estatua fue esculpida por el comandante del Ejército y escultor Enrique Novo Álvarez y colocada en 1978 en el bulevar del Paseo del General Macias y más tarde trasladada al pie de la “muralla de Florentina”. Sentí dolor y pena en el recuerdo de mis abuelos y de mis padres enterrados en el cementerio de la Purísima Concepción de esa ciudad española y que fueron testigos directos de los trágicos sucesos ocurridos en la Comandancia General de Melilla en 1921. Estoy convencido de que en sus tumbas se removieron con todos los hombres y mujeres que fueron sus contemporáneos al ver tanta vileza e indignidad. Ellos quisieron expresar en esa estatua del comandante Francisco Franco todo su reconocimiento y todo su agradecimiento a todos los soldados españoles que entregaron su vida en esas fechas en la defensa de la ciudad de Melilla cuando estaba a punto de ser asolada y masacrada por ”los rifeños rebeldes” capitaneados por Muhammad ibn Abd el Krim al Khattabi.
Y en estas fechas unos políticos incultos y desaprensivos que posiblemente no conozcan ni un ápice de la historia de esa ciudad ni de la gran Historia de España, tomaron la decisión de quitar esa estatua de un comandante del Ejército español del lugar donde otros españoles de época pasada la colocaron. Y como quiera que Francisco Franco fuese el primer comandante del Tercio de Extranjeros (llamado por el teniente coronel Millán Astray, cuando era jefe del Tercio) que organizó y formo la I Bandera en el campamento de Dar Rifien (en la costa mediterránea a unos cuantos kilómetros al Sur de Ceuta), teniendo su bautismo de fuego en la cabila de Beni Aros en Yabala (zona occidental del Protectorado Español en Marruecos) en los enfrentamientos del ejército español con los ”yabalíes”, seguidores del famoso cabecilla “el Raisuni”, yo considero que la jefatura de esa I Bandera en reconocimiento al comandante que la organizó por los años veinte del siglo pasado debería pedir la estatua alevosamente tratada y colocarla en su acuartelamiento.
Hay que decirles a estos desaprensivos políticos que en estas fechas ocupan las instituciones de la nación española: ¡Por favor, respeten la memoria y los recuerdos de las generaciones que nos antecedieon! ¡no humillen más a los que en edad avanzada aún estan con vida!... Y algunas lágrimas aún siguen mojando mi viejo rostro... ¡Viva España!
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