Un espectáculo sádico
Una decisión muy acertada la de prohibir los toros en Cataluña. El resto de las comunidades debería hacer lo mismo. Con la prohibición de este espectáculo el gobierno catalán está cerrando una puerta a la tortura y abriendo otra a los derechos de los animales, a la sensibilidad, a la razón y a la libertad. El toreo, un espectáculo asociado irracionalmente a España, nos vincula a esos españoles que somos contrarios a una cultura sádica e irracional, que recuerda a los circos romanos o a la quema de brujas. En la era de las comunicaciones y la razón, resulta vergonzoso que nos vinculen a la tortura y al maltrato, cuando existen otras fiestas y tradiciones más educativas, interesantes y agradables en las que todos pueden disfrutar y nadie sufre ni muere. El toreo es un espectáculo denigrante para aquellos que poseen un mínimo de inteligencia y sensibilidad; es la brutalidad absoluta de un ser en superioridad de condiciones torturando a otro sin ninguna posibilidad de defenderse ni escapar.
Por otro lado, están los que, desde la ignorancia o la barbarie, afirman que el toro no sufre. Sería muy interesante su testimonio tras probar una sesión de banderillas en la espalda desollando la piel, quebrando los huesos de la columna, siendo perseguidos por una plaza mientras se desangran, y acabar tirados en la arena tras un artístico remate a golpe de espada sin rabo ni orejas, siempre que tengan suerte y toque un diestro con arte.
El toreo no es arte, es un espectáculo vergonzoso, sádico, indigno, que vulnera los derechos de los animales y eleva a quien lo defiende a la categoría de bestia.
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