Estoy confusa

29 de Agosto del 2010 - Isabel Fernández Bernaldo de Quirós (Madrid)

Estoy confusa. El debate por el sufrimiento de los animales se ha llevado a cabo con una celeridad asombrosa al parlamento catalán, con una urgencia casi sospechosa, como un importantísimo asunto que no pudiera superar los calores de julio, dejando atrás, entre otros, los problemas que afectan y sufren tantas familias desesperadas por el paro, desahucios, y hambre.

Perdón, rectifico, en el parlamento catalán se ha aprobado una ley contra el sufrimiento de los toros en el ruedo, no contra el sufrimiento de los animales. No quiero hacer demagogia ni entrar en valoraciones personales, cada cual es muy libre de pensar y sentir lo que puedan o no padecer los animales, en este caso, los toros. Pero abogo por la libertad y el sentido común.

Pero sigo confusa. El debate se ha restringido precisamente a terminar con el sufrimiento de una casta brava que lucha cara a cara con profesionales que se juegan la vida, es decir, a terminar con las corridas de toros sin tener en cuenta, además, la mucha gente que quedará despojada de su trabajo. Sin embargo, y por no abandonar a estos hermosos animales ¿qué pasa con los toros o vaquillas protagonistas de los innumerables festejos de nuestra querida piel de toro, en los que se les somete a vejaciones y sufrimientos varios, como los que se tienen lugar en las fiestas de los toros embolados, los toros al agua, los toros enmaromados, etc, etc.

Mi confusión aumenta aún más cuando me pregunto ¿Acaso toda esta gente que grita asesinos a los toreros y que se muestran tan preocupados por el sufrimiento del toro en las plazas, acaso son vegetarianos? Quizás, pienso yo, más de uno se haya comido el día anterior, o el mismo día que votó la ley en el parlamento, un buen plato de rabo de toro, perdón, de ternera (que no es lo mismo), o un chuletón a la brasa, o un buen plato de jamón ibérico, o una merluza a la plancha, o quizás, ¿unos modestos huevos fritos o un pollo asado?

A todos ellos les rogaría que visitaran un matadero en donde se sacrifican los distintos animales con los que sacian su apetito, sea de ganado vacuno, ovino, porcino, de especies avícolas, o los barcos que capturan el pescado, porque todos ellos sufren cuando viven hacinados, privados de libertad, y matados, a veces con largos momentos de agonía, para llenar sus sensibles estómagos.

Lo que sí tengo claro, entre tanta confusión, es que estoy en contra de tanto decreto ley con fines prohibitivos y que esconden, tras de sí, amplios intereses electoralistas.

¡Demasiada hipocresía!

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