La alternativa necesaria
Unión, Progreso y Democracia surge en España ante la panorámica desoladora que la política presenta en nuestro país de unos años hacia acá. Ésta se puede concretar en dos aspectos.
Por un lado, la degradación cada vez mayor de la actividad pública, donde se aprecia cómo ha surgido una clase de profesionales de la política, personas que en su vida han hecho otra cosa. Hombres y mujeres que ingresan en el Partido con 16 años, y si son lo bastante sumisos se les hará concejales de su pueblo con 23, diputadinos con 30, diputados con 40 y se les larga a Bruselas a los 50. Y no se han bajado del coche oficial. No tienen nada que aportar a los ciudadanos, bastante tienen con aportarse a sí mismos, y halagar a sus caciques locales y autonómicos.
Por otra parte, vemos cómo campan por sus respetos movimientos nacionalistas insolidarios y segregacionistas, basados en bucles melancólicos generados en las mentes de algunas personas, creando un pasado que nunca existió, y que se quiere proyectar a un futuro delirante. Si esto se limitara a asociacionismo cultural, podría no trascender más allá, pero lamentablemente este tipo de movimientos (que distinguen a Unos de Otros, los de mi tribu de los peligrosos e impuros extranjeros) cobran fuerza, al calor de unos Gobiernos centrales débiles y sobre todo cortoplacistas. No ven lo que están haciendo, en Munich se demostró que no se puede negociar con quien no está dispuesto a ello, cualquier concesión es vista como debilidad, queda inmediatamente amortizada y es sólo el pórtico para sucesivas reclamaciones. Y así hasta el infinito, o hasta que surge el líder que se planta ante el matón del patio del colegio.
Ante esto, surge un movimiento de regeneración, cuyas cabezas más visibles fueron Fernando Savater y Rosa Díez, al que nos vamos sumando personas cansadas de ver la situación a que la actual partitocracia cerrada nos ha llevado, y que pensamos que se puede hacer algo.
Personas que en un porcentaje abrumador provenimos de la sociedad civil, que no venimos a buscar una manutención en la actividad política, sino a aportar lo que podamos de nuestra experiencia en el mundo real. Y de ahí, procurar una línea de democracia real en la gestión de lo público. En concreto: primarias para elegir a los candidatos a cualquier nivel, reforma del sistema electoral para que todos los votos valgan lo mismo, fin de los pasteleos post-electorales permitiendo que gobierne el partido más votado, declaración de bienes obligatoria para los candidatos, y toda una batería de medidas que se pueden consultar en la Red.
El otro pilar de nuestro proyecto es la igualdad de todos los ciudadanos españoles ante la ley, o ante la selva de leyes en que vivimos, de manera que se acabe con las desigualdades que se están generando y que están llevando a unas situaciones insostenibles. Como ejemplo representativo, abogamos por la devolución al Estado de las competencias en Educación y en Sanidad, en aras de la igualdad y la eficiencia.
¿Y a nivel asturiano, qué? Creemos que nuestro discurso es tan necesario como en las demás partes de España. En cuanto a la casta política, vemos el espectáculo que los dos partidos mayoritarios están dando con la nominación de sus respectivos candidatos. ¿De verdad nos merecemos esto? ¿Hasta tal punto consideran que somos tan mansos que les van a votar igual, que no importa la conducta que nos muestren?
Ante este estado de las cosas, un partido nuevo, formado por profesionales en la política (que no de la política) ha llegado. Venimos a dar una voz a la gente normal, a decir Basta a la situación extrema a que se ha llegado. Y estamos aquí para quedarnos.
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