Valdediós, y ahora ¿qué?
Todavía no se hizo efectiva la expulsión –porque de eso se trata, de una expulsión en toda regla– de los monjes blancos de Valdediós, cuando los hermanos de Saint Jean, que así se llaman los frailes que vienen a sustituirlos, a petición del hasta hace unos días titular de la archidiócesis de Oviedo, ya empiezan a encontrar impedimentos para su instalación en el cenobio maliayés. Y tienen toda la razón. A la vista del trato dispensado a los monjes cistercienses que llevan en la vida contemplativa desde mucho antes de que se fundara su comunidad, allá por 1975 en Friburgo (Suiza), ¿qué pueden esperar estos ingenuos hermanos de una jerarquía religiosa que es capaz de tratar injusta y despiadadamente a sus servicios? ¿Ocurrirá lo mismo que con los Heraldos del Evangelio, el Lumen Dei o la comunidad de Los Cabos (Pravia)? ¿Acaso es éste el mensaje del Evangelio? Por sus hechos los conoceréis, no por sus dichos.
El error de estos religiosos, tal vez, ha sido aceptar la invitación desconociendo la realidad del monasterio y de sus moradores. Y aunque no tengan ninguna responsabilidad directa en el asunto, hay una cierta animadversión hacia ellos a quienes, de alguna forma, se les ve como intrusos.
No vamos a entrar ahora en disquisiciones ni valoraciones, pero los que conocemos a los monjes de Valdediós desde 1992, fecha en que se instalaron en las ruinas del viejo monasterio, sabemos que, a pesar de su discreción y obediencia debida, poco se sabe y menos se dice de los intereses subyacentes en este turbio asunto. En cualquier caso, la realidad a día de hoy es ésta: lo que en 1992 eran las ruinas de un monasterio milenario, propiedad del Arzobispado de Oviedo, gracias a la presencia monástica y a los cientos de millones provenientes del Ministerio de Cultura, del Patrimonio del Principado de Asturias, de entidades privadas, etcétera, es hoy un monasterio, casi totalmente restaurado, en el que, fieles a la regla de San Benito, vivían hasta hace poco su vocación de oración y trabajo tres monjes y un oblato, hasta que esa paz se respira en todos los monasterios, fue bruscamente interrumpida por la caprichosa decisión que todos conocemos y que da pie a éste y otros muchos comentarios y actos reprobatorios.
Desgraciadamente, la autocracia es la forma de gobierno elegida por el estamento eclesiástico, no se pueden entender estas cosas desde otra óptica.
Echamos también en falta un pronunciamiento de los poderes públicos que, so pretexto de no inmiscuirse en asuntos de la Iglesia, no han dicho ni una sola palabra, cuando, además del presente y del futuro de cuatro monjese, están en juego muchos millones de euros de todos los ciudadanos.
Desde aquí hago un llamamiento, que seguramente secundarán muchos asturianos, a la autoridad eclesiástica, que abrogue esta desafortunada decisión; errar es de humanos y rectificar de sabios. De esta forma volverá la paz a Valdediós y los asturianos guardaremos un mejor recuerdo del nuevo arzobispo de Valencia, a quien Dios guarde y el Espíritu Santo ayude a tomar sabias y buenas decisiones para el pueblo de Dios que le ha sido encomendado.
Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.
Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:
Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo