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¿Para qué nos sirve la Fundación Selgas?

9 de Mayo del 2021 - José María Morales Camón (San Martín de Luiña (Cudillero))

El otro día, así, como quien no quiere la cosa, se me amargó el desayuno leyendo un artículo en este medio a propósito de la venta del “Aníbal” de la Fundación al Museo Nacional del Prado. Este, firmado por Juan Luis Álvarez del Busto –persona a la que respeto e incluso admiro por su encomiable labor investigadora acerca del patrimonio intangible del concejo de Cudillero– venía a justificar la citada transacción, o más aún –impresión mía– avalarla. Me extrañó, y no poco, que una persona de su nivel intelectual y que actúe como cronista de Cudillero llegara a escribir tales argumentaciones.

Pero, bueno, esto ya está hecho, y salvo que los Servicios Jurídicos del Principado encuentren –siempre que haya voluntad política autonómica y municipal– un resquicio legal, mucho me temo que esta obra, y posiblemente otras, saldrán de Cudillero rumbo a otras colecciones públicas o, en el peor de los casos, privadas, perdiéndose para siempre en ambas situaciones para Cudillero un patrimonio artístico que podría haber sido un importante pilar cultural.

Dicho esto, estas líneas no quieren ser un lamento sobre esta venta, u otras que ya se han intentado en los últimos tiempos, y que mucho me temo seguirán acaeciendo en incesante goteo, sino una reflexión sobre lo que es ahora mismo la Fundación Selgas, y su beneficio para el concejo. Para Álvarez del Busto está claro: el beneficio no es otra cosa “que por favor hagan lo posible para que todos los veranos se abran las puertas de La Quinta para uso y disfrute de quienes la quieran visitar”. A mí que una Fundación solo sirva para que “abran las puertas” para deleite de foráneos o locales no me dice absolutamente nada. Y más cuando en Cudillero hay tres colegios, un instituto, asociaciones vecinales o centros sociales y culturales con los que la Fundación jamás ha participado por medio de actividades culturales o talleres educativos, y, si lo ha hecho, no ha sido por sus medios, sino por el interés de algunos profesionales ajenos a la misma. Tampoco me dice absolutamente nada que se muestren, muy de vez en cuando, exposiciones cocinadas con fondos del Prado, y que cuyo interés se centra exclusivamente en visualizar cuatro piezas, pero sin ningún tipo de valor de investigación o producción propia. No son pocas las publicaciones o congresos del ICOM que hablan de que el mayor mal de un museo o centro cultural es quedarse exclusivamente “en abrir las puertas”. Querido Juan Luis, con todo respeto, te animo a que te asesores sobre el significado de lo que es “un museo vivo” y que otra cosa no es sino una muerte anunciada, o el fracaso más absoluto de cualquier centro cultural.

A mi hija o a sus compañeros de clase no les dice absolutamente nada que Víctor de la Serna dijera hace setenta años que era la “Perla del Cantábrico”, o que haya obras de Luis de Morales, Greco o Goya... O unos jardines maravillosos que han hecho de la Quinta un pequeño Versalles. Los niños lo que quieren es aprender con el juego. Y los no tan niños también tienen derecho a conocer lo que es o lo que fue el legado Selgas en el concejo. Hoy en Cudillero da igual esta venta, evidentemente nadie defiende lo que desconoce. Lo que hace cualquier institución cultural en España, en base a los preceptos básicos de la democratización cultural, no es otra cosa que dar a conocer su legado, siendo su entorno su cimiento esencial. ¿Cuál fue el valor fundamental de los Selgas en Cudillero en un momento en el que el Estado no se podía hacer cargo de la educación de todos los niños en España? Ahí está el legado Selgas, y eso es el mayor incumplimiento fundacional, primando otros objetivos opacos e intranscendentes sin beneficio alguno para la ciudadanía.

Como aquellos vetustos gabinetes de curiosidades del XIX, la Fundación tiene su encanto, no voy a ser yo quien lo niegue, pero, ya en pleno siglo XXI, afortunadamente las instituciones culturales siguen otras vías de difusión, y es por ello que a mí hoy la Fundación Selgas no me sirve para nada, a no ser, claro está, que se cambie su política de gestión.

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